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MEJOR PENSAR EN OTRA COSA - Por Eduardo Juan Salleras

Qué fue de aquello
MEJOR PENSAR EN OTRA COSA
Por Eduardo Juan Salleras, 6 de marzo de 2012.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente
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Cuando se presenta un febrero-marzo lluvioso - fin de verano y principios de otoño - vaticina un buen año, al menos en lo que a humedad de suelos se refiere.
Y está lloviendo mucho, en este momento casualmente, con un ambiente muy mojado, no se mueve una hoja, gotas pesadas caen haciendo globitos en el suelo, y como dicen muchos: “entonces seguirá lloviendo”.
Estoy detrás del vidrio de la ventana mirando, en silencio, el intenso verde de las hojas, lavadas por tanto aguacero.
Busco en la situación un tema, el tema a escribir, y hay muchas ideas que entran y salen de mi cabeza, porque algo me inquieta y no lo puedo sacar de mí.
¿Y si escribo sobre las promesas que nacen de un clima favorable, como el de las lluvias otoñales? Más cuando vimos morir el maíz, agonizar la soja y los pastos erectos pero secos de las praderas ofreciendo muy poco volumen y alimento, para los animales. ¿Quién hubiera pensado, en pleno verano, quemar reservas en vez de estar, como se debe, haciéndolas justo en el momento que corresponde?
Y me viene de vuelta a la mente, ese pensamiento que no puedo abandonar.
Entonces, de a poco, vuelvo al tema que me intranquiliza.
Cuando niño, recibí de mis mayores – yo y todo el mundo – enseñanzas claras, que se basaban principalmente en qué está bien y qué está mal. Esto es bueno, y esto es malo y no se debe hacer.
Tanto en la niñez como en la adolescencia fui revoltoso, no era un ángel, sin embargo sabía lo bueno y lo malo de cada cosa. Traspasar los límites de uno a otro era como un juego, pero tenía en claro que debía volver, tarde o temprano, al lugar que correspondía; y si era posible, sin que nadie lo note.
Las sanciones que recibíamos por portarnos mal, eran admitidas como justas. Y así crecimos…
Pero, en estos tiempos, lo que estaba bien antes, ya no está. No es que ahora pasó a estar mal, cambiando de condición, no, ni eso, directamente no existe o podríamos decir: está en desuso. Hacer el bien pasó a ser algo demodé, hasta diría: estúpido… ¿a quién se le ocurre portarse bien?
“Nadie es perfecto”, y con esta frase hipotecamos todo el resto.
“Roban pero hacen”; “Corrupción siempre habrá… mientras a mi me vaya bien”; “Si no lo hago yo, lo hace otro”… “Se hace lo que se puede”… no lo que se debe.
Infelices frases que serían brutalmente repudiadas en mi época de aprendizajes.
Lo raro es ver a mi generación aceptarlas como normales.
Hoy no existe lo malo, nada en si está mal y en cierta forma desaparece el término o se fusiona en aquello de: hay que hacer lo que conviene… ¿A quién? Desde ya a mí, que puede o no coincidir contigo, con ellos o con nosotros… Después se verá.
Lo que fue bueno ayer, no tiene aplicación hoy, y lo malo, ya no lo es tanto, o quizás deberíamos decir: antes lo era, los tiempos cambian.
Yo a mis hijas, desde niñas, les marqué un camino, el mismo que mis padres señalaron para mí. Y créanme que lo hice con el mayor cariño y honestidad, para con ellas. Igual con mis alumnos y con la vida misma. Aquello bueno - pienso - debe seguir siendo bueno, debería seguir… y lo malo, malo es en este momento, no hay nada que lo transforme.
Sin embargo, tengo que escuchar a gente que me dice: eso era antes, ahora es distinto, las cosas cambian. Así desembocaremos finalmente en el vale todo: “es un asesino, bueno, digamos alguien que en un momento preciso cometió un error”. Y empezamos a comportarnos muy permisivos con el mal. Hasta que lo malo toca a mi puerta y se lleva algo de mi vida. Es entonces que desesperados buscamos justicia, cuando el mal ya se hizo cargo de ella.
¿Cómo volver las cosas atrás? ¿Y si así lo hiciéramos estaríamos cómodos obrando bien en todo?
Es tarde, todo comenzó con: “qué es bueno y qué es malo”. Sacamos de circulación lo bueno, escondimos lo malo, congelamos las culpas, psicoanalizamos los complejos y así parece ser que todo va bien, o al menos, es lo conveniente para éste momento, mañana será otro día, hoy necesito ser feliz.
En este mes llovió casi lo mismo que todo el año pasado. Hay agua y barro por todos lados. El pasto crece por segundos y las malezas también. Las pasturas son buenas, los yuyos son malos. Algunos pastos naturales son útiles, otros en cambio, son agresivos.
¿Qué está bien y qué está mal?
Mejor pensar en otra cosa.
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**Visita: http://bohemiaylibre.blogspot.com

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