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El Universal.mx
Los jóvenes Hadad tienen mucho en mente en días recientes: trabajos escolares, exámenes de admisión a la universidad, fiestas los fines de semana... Y unos padres que creen que el planeta iniciará su proceso de destrucción este sábado.
Los tres adolescentes han tratado desde hace tiempo de entender su mundo cambiante, que comenzó a modificarse radicalmente hace dos años cuando su madre, Abby Hadad Carson, dejó su trabajo como enfermera para "hacer sonar la campana" en viajes misioneros con su esposo, Robert, mediante la distribución de folletos.
El pasado fin de semana toda la familia, que radica en Connecticut, viajó a Nueva York. Los padres llevaron a regañadientes a sus reacios hijos a una feria en Manhattan en un esfuerzo final de informar a la población que este 21 de mayo inicia el fin del mundo.
"Mi madre me dijo directamente que no voy a entrar al cielo. Al principio era demasiado desagradable, pero eso es en lo que ella cree", señala Grace Haddad, de 16 años, al diario The New York Times.
Miles de personas en Estados U nidos han pasado los últimos días saliendo a la calle y despidiéndose de sus seres queridos antes del Juicio Final, día en el que esperan ser adbucidos al cielo en un proceso conocido como "el arrebatamiento". Los no creyentes, aseguran, se quedarán en la tierra para morir con ella durante los próximos cinco meses.
Aunque entre la sociedad en general son vistos como un grupo minoritario inofensivo, las sacudidas más extremas ocurren en sus propias familias, principalmente con aquellos cuya mayor preocupación este fin de semana será tal vez el clima y no si comienza o no el fin del mundo.
Kino Douglas, de 31, comenta que últimamente ha sido difícil convivir con su heramana Stacey, de 33, pues "no quiere hablar de otra cosa".
"Si yo digo ‘Hey, ¿qué haremos este verano?' Ella comienza a decir "El mundo se va a acabar, por qué estás haciendo planes para el verano' y entonces todos se molestan", menciona.
Stacey y muchos otros llegaron a esta posición gracias a las profecias de Harold Camping, un ingeniero civil que se convirtió en profeta bíblico y predijo que el 21 de mayo de 2011 sería el Día del Juicio.
Ese día, al que se llegó mediante cálculos basados en la Biblia que dicen que el mundo llegará a su fin exactamente 7 mil años después de la gran inundación de Noe, los creyentes dicen que serán transportados al cielo mientras el resto del planeta es azotado por un gran terremoto. Los no creyentes permanecerán en la tierra para vivir cinco meses de plagas, terremotos, guerras y otros tantos tormentos previos a la destrucción total en el mes de octubre.
Gary Daniels, de 27, pasará este sábado sentado frente al televisor esperando a que el arrebatamiento ocurra. Su familia ha llegado a respetar sus creencias, pero no las comparte. "Sé que no los volveré a ver, pero ellos tienen confianza en que me verán después, y eso es lo que me hace sentir muy triste. En este momento ellos no tienen idea de que esta cosa abrumadora va a ocurrir", dice.
Mientras las señora Haddad Carson ha renunciado a su trabajo, su esposo aún trabaja como ingeniero en la Comisión de Energía de los Estados Unidos. Sin embargo, sus hijos temen que en su familia no haya dinero suficiente para enviarlos a la universidad. Obviamente, ellos creen que el mundo seguirá, y como muchos otros jóvenes de su edad, las acciones de sus padres los avergüenzan, aunque su caso es un algo más extremo por la atención mediática.
"La gente ve a mi familia y piensa que yo soy como ellos, por eso mantengo a mis amigos lo más lejos posible de ellos", argumenta Joseph, de 14 años.
Por su parte, la señora Haddad señala: "Tengo sentimientos encontrados. Por un lado me emociona el regreso del Señor, pero me da miedo que mis hijos se queden en la tierra. Pero bueno, se tiene que aceptar la voluntad de Dios", concluye.
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