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ALMORZANDO CON BARRICK

Oscar Taffetani en RazonEs de Ser
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“¿Puedes venderme tierra -escribe Guillén-, la profunda / noche de las raíces; dientes / de dinosaurios y la cal / dispersa de lejanos esqueletos? / ¿Puedes venderme selvas ya sepultadas, aves muertas, / peces de piedra, azufre / de los volcanes, mil millones de años / en espiral subiendo? ¿Puedes / venderme tierra, puedes / venderme tierra, puedes?”.

El gobernador de San Juan, José Luis Gioja, puede. El de Salta, Juan Manuel Urtubey, también. Y puede el de Santiago del Estero, Gerardo Zamora. Y el de Jujuy, Walter Barrionuevo. Y el de La Rioja, Luis Beder Herrera…
Claro que la tierra no es de ellos. Pertenece a sus pueblos. Nos pertenece a todos. Y ni siquiera a nosotros. Pertenece a nuestros hijos. Y a los hijos de nuestros hijos.

Sin embargo, todos ellos se sentaron, junto con la presidenta Cristina Fernández, a la mesa del gerente general de la Barrick Gold, que fue anfitrión en Canadá de la delegación argentina que participó de la cumbre del G-20.
Barrick Gold es denunciada en todo el mundo por sus proyectos mineros depredadores, que borran montañas con dinamita, separan el oro utilizando cianuro y agotan las reservas de agua potable.
La máscara de las “inversiones” sirve a esos gobernadores (sátrapas corruptos, como aquellos que denunciaba el Persa), para justificar la entrega del patrimonio público.

Y eso no sería lo peor (ya que algún día los sátrapas se van a morir, como todos nos moriremos). Lo peor es que el daño ambiental que dejen la Barrick Gold, la Panamerican Silver, la Lithium America y todas esas empresas, será pagado por las futuras generaciones argentinas.

Lamento por el bosque perdido

En el marco del Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación, la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y el INTA publicaron en 2004 un informe sobre el daño irreparable que produjo la empresa británica La Forestal en el norte de Santa Fe, durante la primera mitad del siglo XX.
"De 1.100.000 kilómetros cuadrados de bosques naturales que contabilizó el censo forestal de 1935 -dice el Informe- sólo quedan poco más de 330.000. En aquel entonces, el 39 por ciento del territorio nacional estaba cubierto de bosques; hoy, la superficie boscosa no llega al 12 por ciento. Santa Fe perdió casi el 90% de sus bosques”.

En los años ’30, auge de la extracción del tanino, La Forestal utilizó a gobernadores débiles y corruptos de Santa Fe para cobrarse “en especie” un préstamo en libras esterlinas otorgado a la provincia. Así, se apropió del agua, del aire y de los bosques de quebracho que pertenecían a todos los santafesinos.

Hasta ejército propio tenía La Forestal en sus dominios. Lo sufrieron los anarquistas y sindicalistas que lucharon por acabar con la infame explotación del mensú.
Y bien ¿qué le dejó La Forestal a Santa Fe, cuando se terminó la fiebre del tanino? Le dejó la ausencia del bosque. Le dejó una tristeza sin fin.

Deberían meditar esos funcionarios de Medio Ambiente que luchan contra la Desertificación. Las mineras como Barrick, que no respetan los glaciares y que consumen el agua potable de zonas áridas, son agentes claros de la Desertificación.

Aquí, allá y en todas partes

Quien visite el sitio de Internet de la Barrick Gold, podrá ver una lista de los lugares del mundo donde la empresa está “invirtiendo” (es decir, donde está haciendo daño): Pascua Lama y Zaldívar en Chile; Lagunas Norte y Pierina en Perú; Pascua Lama y Veladero en la Argentina. Y República Dominicana. Y los Estados Unidos. Y África. Y Australia.
La protesta contra Barrick y contra la minería a cielo abierto se ha extendido por todo el mundo. Aquel No a la mina de los vecinos de Esquel se repite en distintos escenarios. Eso es alentador. Ya que la empresa es global (y se sienta a comer con los presidentes donde quiere y cuando quiere), viene bien que la protesta sea global.

La conciencia ambiental, felizmente, se está despertando en el mundo. Y les dice a los gobernantes, usando palabras de un sabio leñador llamado Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todos algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todos todo el tiempo”.


Cortesía Agencia Pelota de Trapo (Argentina)

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