María Cash
DÍA TRISTE DE OTOÑO
Por Eduardo Juan Salleras 29 de abril de 2014.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente
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El otoño se impuso con toda su personalidad, días grises con oscuridad temprana y amaneceres tardíos, lluvias casi semanales de no tanta intensidad pero que conservan los suelos húmedos.
Si bien la temperatura se mantiene templada, por las noches merece encender los fuegos del invierno, ya sea para palear la humedad o el fresco nocturno, eso sí, sin exagerar.
Es un tiempo ideal para escribir, para pensar, aunque la vorágine del trabajo a uno lo aleja del teclado, por preocupaciones o por cansancio.
Estoy tratando de evitar las noticias diarias para no agregarle más peso a mi carro, que ya de por si es de esos viejos de ruedas de madera, los que se hacen muy difíciles de mover.
Sin embargo, me distraigo cambiando canales en el televisor, esos que frecuentaba hasta hace muy poco y que ahora tienen un 80% de programación inapropiada a sus fines: Nacional Geografic, Discovery Chanel, History Chanel, Travel & Living… que no sólo repiten permanentemente su propuesta, sino que muestran cosas desagradables que nada tienen que ver con el propósito de su existencia.
Entonces comencé a probar el canal Encuentro, el que tiene algunos programas de la BBC muy interesantes y que valen la pena mirar, al menos para aprender y para amansar el temperamento caldeado por la realidad. Desde luego que también tiene en su grilla buen porcentaje descartable, no por la calidad de sus presentaciones sino por ser parciales y tendenciosos. La verdad, después de una década y pico de gobierno, me tiene un tanto podrido que me avancen ideológicamente.
Pero, pasando cerca de una radio, escucho la noticia de la muerte del padre de María Cash, en un accidente automovilístico mientras seguía buscando a su hija, luego de 3 años – creo – de estériles intentos de hallazgo.
Este caso en particular me impacto sobremanera, en especial porque fue un caso olvidado para todos, y en particular para el Estado, ya que no intentó en lo más mínimo ayudar a esta pobre familia.
Justo un gobierno que hizo de su leitmotiv la lucha por los desaparecidos, hace caso omiso a los que corresponden a su tiempo: la década ganada, y como en todo, lo que no les conviene lo niegan con el silencio. Claro, los desaparecidos de los 70 servían a un fin político y estos de hoy en cambio incomodan, por lo tanto hay que ignorarlos.
Tengo respeto por la disidencia, por los que piensan distinto, eso sí, no me merecen ninguna consideración la incoherencia, como hablar de los pobres y ser el gobierno más corrupto de la historia, es una absoluta contradicción, porque ¿A quién creen que se les roba? ¿A quiénes creen que se les niega bienestar con el dinero saqueado?
El caso María Cash es distinto al de Marita Verón, porque éste último se vio teñido de inconsistencias, no por la veracidad del caso sino por su resolución posterior. Al menos a su madre le dieron un juicio con culpables – tal vez no todos por ser políticamente incorrecto – dando por muerta a la desaparecida.
En cambio, el pobre padre de María seguía buscando a su hija, recorriendo cada punto en el que se podía encontrar una prueba de vida, quizás, porque algún indicio tenía.
Ahora debe saber la verdad pero, si ella sigue viva, ¿quién la seguirá buscando? ¿Por qué lo habían amenazado a él, según dicen? ¿Alguien va a investigar sus últimos días y el accidente?
El Estado debería crear un grupo especial, que remita exclusivamente a la presidente de la Nación, para ir detrás de los desaparecidos de su proceso, de su responsabilidad, con un equipo de fiscales y jueces preparados, alistados, sin pereza ni distracciones, para actuar.
Si se niega lo evidente no nos queda otra cosa que pensar que detrás de esta porquería, está el poder: ¿político? Ni el gobierno nacional, ni los provinciales, ni los municipales se han comprometido en el tema, y es algo muy delicado, si lo sabrán las madres y abuelas de Plaza de Mayo. ¿Por qué ellas tampoco se comprometen en esta causa?
Todo además está viciado de parcialidad, como lo fue la última década, donde sólo pocas mentes piensan por todos y sus seguidores anulan su intelecto y su conciencia, para de rodillas adorar al dios del poder, mientras un país se mantiene a la deriva de los errores que se comenten, de las displicencias, de lo que no importa, de lo que no interesa, porque no hace a la causa: mantenerse en el señorío.
Me gusta el otoño a pesar de sus grises y de sus días destemplados; de salir abrigado para luego transpirar; de pisar hojas en vez de césped, de barrerlas hasta dejarlas al fin ahí para que formen suelo; de no saber si oscurece a las 7 de la tarde, o antes, o después… de sus tristezas…
Me gusta el otoño por su romanticismo, por las horas de hogar que se suman a momentos oscuros más prolongados, en los que en familia ordenamos la casa, reparamos lo que teníamos pendiente, preparamos una comida especial, miramos en la TV algún programa útil o leemos aquellos libros que abandonamos en el verano.
Hoy me siento muy triste por la noticia de la muerte del padre de María Cash.
¿Por qué la seguía buscando?
¿Acaso yo no lo haría hasta morir?
¿Alguien tomará su bandera para seguir adelante, hasta saber la verdad o hasta perecer?
Su madre, hoy estará muerta en vida, ¿Quién merece tanto castigo? Y no es Dios sino del hombre quien lo ejecuta.
Delincuencia, asesinatos, corrupción, narcotráfico, drogadicción, desaparecidos que a nadie le importa… pobreza.
¿Qué hicimos con la democracia?
Una oración por María Cash, su padre y su madre.
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