Vale la pena pararse a pensar

Me lo manda el amigo Domingo, siempre acertado y merece la pena dedicarle treinta segundos a leerlo.
Paco desde Madrid.
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"Me decía un guía de la etnia Pemón en recorrido por el tepuy Roraima, del escudo Guayanés ( los "huesos - rocas" más antiguos de la tierra):
- Vamos a hablar bajito porque los dioses de la montaña pueden enfadarse y enviarnos lluvia. Hay personas que vienen aquí y llevan radios. Y dejan plásticos, papeles, latas, etc."

He presentido perfectamente la compañía y las palabras que pronunció esta mujer que acompañaba a Domingo.
"Vamos a hablar bajito porque los dioses de la montaña pueden enfadarse"..."Hay personas que vienen aquí y llevan radios. Y dejan plásticos, papeles, latas,..."
Se refiere esta mujer a nosotros, ¿os reconocéis?...estemos donde estemos hemos perdido el respeto por lo grandioso y por lo pequeño, en realidad hemos perdido el respeto por casi todo, menos por lo que no nos acobarda...hablamos en voz alta sin prestar atención a cuanto nos rodea, y habitualmente, ni siquiera a quienes nos rodean...y vamos por el Mundo-Vida acompañados de ruido, de aparatos de todo tipo, de conexiones...como si hubiésemos alimentado el miedo al silencio, a la soledad, a la tranquilidad; como si tuviésemos miedo de caminar a solas sintiendo...tal vez tengamos incluso miedo de sentir.
Nosotros, los grandilocuentemente civilizados.
Sí, vamos por este Mundo-Existencia nuestro, como dioses enfadados con todo y con todos...dejando plásticos, papeles, latas, desperdicios que son un insulto sin voz a los "huesos-rocas" más antiguos de la tierra, es decir, la Tierra misma. Y vamos tirando también sin miramientos y sin escrúpulo palabras, hechos, omisiones...gestos que también son un insulto sin voz y sin aliento.
Sí, quizás lo que nos sucede es eso...que hemos perdido el aliento vital, la conexión más genuina con nosotros mismos, con los demás y con cuanto nos rodea...
Quizás todos necesitamos una "guía", tal vez sea el único camino para empezar a dejar de ser ridículos dioses egoístas y enfadados, y reconocer ese "especial silencio" que nos alberga a todos.

- Domingo -
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