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Una receta que temen las mineras


La identificación pueblo-montaña, las alternativas productivas de la región y la empatía con la clase media explican la fortaleza del reclamo. Del otro lado, la desconfianza a las multinacionales por sus antecedentes.
Muchas de las niñas que han nacido en esta zona de La Rioja durante 2012 llevan como nombre, Famatina”, señala Pía Silva desde el acampe ubicado en la localidad de Alto Carrizal, el lugar elegido por los asambleístas para impedir que los camiones de la empresa minera Osisko Mining Corporation lleguen hasta el cerro Famatina. “Es muy violento ver cómo por las explosiones con dinamita vuela en mil pedazos la montaña que siempre tuviste al lado”, agrega Corina Milán, asambleísta de Esquel, la ciudad patagónica que en 2003 se pronunció masivamente en un plebiscito contra esta actividad y que es tomada por todas las asambleas del país como el ejemplo a seguir. Ambos testimonios reflejan un rasgo clave del éxito de Famatina: la identificación de ese pueblo con su cordón montañoso en el aspecto cultural, ancestral, social y productivo.
“En aquellos lugares donde no existe un vínculo entre la gente del lugar y sus montañas, para las empresas mineras es mucho más fácil poder explorar y explotar la zona”, explica Pablo Lumerman, politólogo y director de la Fundación Cambio Democrático, una ONG que desde hace varios años analiza la conflictividad sociominera argentina.
Leé la nota completa en el sitio de Miradas al Sur
Fuente: http://www.infonews.com/

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