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Esquel: historias de 106 años atrás (meses más o meses menos)


Escribió don Jorge Oriola allá por el 2004 unas páginas sobre la prehistoria y la historia de estos pagos. Y como en estos tiempos el que sabe, sabe, y el que no sabe, "corta" y "pega" (o algo parecido), procedo a leer nuevamente algunas líneas de su trabajo y a transcribirlas libremente para regocijo propio y de aquellos nuevos habitantes de Esquel que se interesan por averiguar un poco o un mucho sobre los orígenes de este paraíso.
Diz el citado "profe" que para la fecha en que luego se daría como la de fundación del pueblo ya andaban radicados por estos parajes unos cuantos vecinos entre los que, naturalmente, se contaban los Nahuelpan.
Pero también menciona u omite otros que sumarían quizá unas 35 familias o algo así.
Un herrero, un negocio de Manini y Mesquio, un matrimonio Caramillo cuya hija fue la primera que nació por aquí y a la que se dio por nombre Lucía cuando se la "anotó" el 2 de febrero de 1897. Argentinos, galeses y otros británicos, chilenos e indígenas (mejor llamados "originarios"). En fin, que el paraje ya estaba relativamente poblado y hasta tenía sus propios "nativos".
También por 1906 llegó a estos pagos un tal Avelino Acuña, alambrador, carrero y esquilador, que compró un campo y se instaló cerca de "Las Margaritas" levantando el que puede suponerse fue el primer tambo del pueblo. No duró mucho, pese a asociarse con su amigo Eliseo Ortega, pero quedó en la historia local.
¿Se imagina? Un caserío repartido por este valle que se generó por la intrepidez de un grupo de seres humanos que afrontaron las dificultades buscando, como todos, una vida más digna y un futuro más promisorio que los que podrían ofrecerles sus lugares de origen.
Dificultades, digo, porque este valle parece haber sido un "menuco", húmedo, con zanjones de agua que bajaban de los cerros para desembocar en el que hoy llamamos "Arroyo Esquel". Como me relató mi vecina Pety cuando me describió las características de este rincón del sur de la hoy ciudad cuando ella llegó para instalarse con su esposo don Freeman.
Y otros "adelantados" fueron los Gibbon, los Austin, los Freeman, el suizo Justiniano Mermoud, los panaderos Silva y Rossi, y unos cuantos más.
Pero ese núcleo humano esparcido por el valle estaba lejos de todo y, lo que era peor, aislado del resto del mundo. Entonces lo que marcó un antes y un después en la vida de la comarca fue la llegada del progreso tecnológico que asombraba el mundo desde décadas antes: el telégrafo.
Un joven llamado Medardo Morelli unió dos cables y "se hizo la palabra", aunque con puntos y rayas creados por un tal Morse. Una línea venía de Neuquén y la otra de Comodoro Rivadavia. ¿Serán parte de ellas las que pueden verse cuando "la Trochita" transita la región?
Tan importante fue ese acto de pura Física aplicada que se toma el día de la conexión, 25 de febrero de 1906, como "día de la fundación de Esquel", y al joven Medardo como "el fundador", aunque en realidad dicen los puristas que Morelli no fundó nada realmente. Pero, como siempre, aceptarlo como tal o no aceptarlo lo decide usted, amigo lector. Medardo falleció 62 años después y recibió así muchos honores cada 25 de febrero, para mí totalmente merecidos porque, como alguno suele decirme, "es lo que hay".
Pasaron los años y el pueblo creció a diferentes ritmos según las circunstancias. Hoy es lo que usted ve, y mañana será lo que verán sus hijos y nietos porque pese a las idas y vueltas - como las de hoy cuando "caras extrañas" pretenden lucrar con riquezas locales aunque pongan en riesgo la vida y la salud del lugar - los actuales "guardianes del paraíso" (usted, yo y unos cuantos miles más) haremos lo necesario para que esta tierra de abrojos siga siendo cada vez mejor.
Hace 106 años comenzaba a escribirse la historia de la ciudad. Y los "recién llegados", entre los que ya tengo el honor de no contarme porque muchos meses y muchas circunstancias fueron testigos de mi aquerenciamiento, vamos a festejar públicamente o privadamente el cumpleaños del pago.
Seguiremos aprendiendo sobre su pasado y su presente, e intentando ser parte de su futuro mientras tengamos aliento. Es una ciudad única y bella, con habitantes cálidos y sencillos, digna de vivir días felices y de progresar sin dañar su esencia.
¡Feliz cumpleaños, Esquel! Y gracias por lo que nos brindás a esta pareja de "viejitos locos" que un día llegamos aquí de la mano de Dios para conocer cómo era la antesala del Cielo.

Daniel Aníbal Galatro
(y Olga, por supuesto)
Fotografía: http://www.patagoniaexpress.com/la_trochita/fotos%20la%20trochita/trochitaesquel.gif

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