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"Y a la final... ¿quién inventó el dulce de leche?"


La Gazeta (.com) plantea el asunto y vamos a seleccionar algunos argumentos a favor de las diferentes posiciones sobre un tema que angustia a los más preclaros pensadores universales desde que este exquisito dulce asomó sobre la faz de la Tierra.

Aquí nosotros, desde este rinconcito privilegiado esquelense, rodeado de montañas hoy cubiertas de nieve, reunimos acotaciones tomadas de "El Ortiba" y de "La Gazeta" y nos lanzamos a la cuestión, sin prejuicios pero con una cucharita, por si podemos "ligar" algo del elemento en cuyos orígenes bucearemos.

Dice el sabio filósofo ignoto que se autodefine como "HT":
Hay pruebas fehacientes de que los argentinos han sido inventores, entre otras cosas, de la birome, el colectivo, las huellas dactiloscópicas, etc. Pero, ¿quién inventó el “dulceleche”?
Muchos atribuyen el invento a los argentinos. Sin embargo esta teoría es cuestionada por nuestros hermanos orientales, tal vez basándose en teorías y escritos de seudo historiadores que indicarían que el “dulceleche” se inventó en la banda oriental, más precisamente durante el sitio de Montevideo por parte de la Confederación. 

Sitio de Montevideo

Según parece los montevideanos, acosados por el hambre del sitio, habrían recurrido a la leche que a duras penas le mandaba el Pardejón Fructuoso Rivera, procedente de las vacas que éste le birlaba la los macacos brasileros de Río Grande do Sul. Esta leche, introducida subrepticiamente a Montevideo por la flota francesa, era mezclada con azúcar que les contrabandeaba Urquiza desde el litoral, y calentada con algunos restos de empalizadas y hasta bosta de la caballería sitiada. Algunos afirman haber descubierto en excavaciones realizas en fecha recientes, restos de las vasijas y cucharas de madera que se usaron para dichos menesteres. Inclusive atribuyen el invento a la frondosa imaginación de ciertos unitarios emigrados en Montevideo, como Florencio Varela o Rivera Indarte, en cuyo caso la autoría del invento debería ser compartida por las dos nacionalidades.
Esta hipótesis oriental, se contradice con la tesis que atribuye el invento del “dulceleche” en forma exclusiva a los argentinos. Afirman algunos que el invento, aunque sin patentar, fue hecho en la Confederación durante la época de Rosas, porque al parecer, en exacciones realizadas en cercanías de la estancia Del Pino, partido de La Matanza, y que perteneció al Restaurador, se encontraron (junto a envases de coca cola, damajuanas y tetabrick de épocas más recientes) algunos envases de buche de avestruz y panza de burro, que al parecer trajo de regreso Rosas después de la campaña del desierto. La teoría tiene cierta lógica si pensamos que los gauchos de la campaña del desierto galoparon hasta la isla de Choele Cheole, ida y vuelta, y debieron llevar, además de vacas para el consumo, algún postre para endulzar las tardes, siendo que en aquella época no había más allá del Salado ninguna pulpería donde abastecerse.
Ciertos estudiosos de la historia afirman que el “dulceleche” se inventó en ocasión del encuentro de Rosas y Lavalle en Cañuelas- (cuando el unitario Lavalle llegó al campamento de Rosas y éste lo encontró durmiendo la siesta, y esperó a que se despertase para cebarle unos mates). 


Algunos entusiastas historiadores aficionados sostienen que en esa ocasión una china, alborotada con los personajes presentes, dejó la leche en el fuego, porque Rosas solía tomar mate de leche, y allí se cocinó el primer “dulceleche”. Sin embargo esto no resiste el menor análisis; hay un cúmulo de cosas que niegan o al menos ponen en duda el episodio, a saber:
a) Por las memorias de Mansilla, se sabe que a Rosas le gustaba el arroz con leche, y el mate amargo, pero su afición al mate de leche no figura en ningún documento. 
b) Cualquiera que alguna vez en su vida haya hecho “dulceleche” sabrá que sino se revuelve continuamente, este se pega al fondo de la olla y luego queda pa tirarlo, y no parece razonable que la china olvidadiza se haya puesto a revolver la olla.
c) Aún suponiendo que el restaurador prefiriese que le cebasen el mate ya con el azúcar puesto, no es digno del señor de la pampa tomarlo tan dulce.
d) Para hacer “dulceleche” se requiere al menos dos litros de leche y un kilo de azúcar, y no es razonable que por unos mates se pongan en el fuego dos litros de leche porque en esa época era una mercadería mas bien escasa en las pampas.
e) La escasez de la leche se debe al pudor de las vacas pampas, que no se dejaban tocar ciertas partes con la facilidad de las holandesas, moralmente más liberales.
Queda abierto entonces este debate histórico, y esperamos que los señores foristas hagan los aportes serios necesarios para dilucidar el origen de este trascendental invento: el “dulceleche”.
Un tal Eduardo Perez acota:
La visión mitrista de la historia triunfa hasta en el dulce de leche. Argentina no nació en 1810, como le gustaría al turco (ups casualidad de nuevo, otra vez) Mitre (este tambien empezaba con M y vendió al pais). 
Antes de la Revolución de Mayo el dulce de leche era conocido por estos lares. Pueyrredón (el tío de José Hernández y el que lo bancó a San Martín, amén de mil b... que hizo) era muy afecto al dulce de leche que -según la leyenda- se lo preparaba una esclava que había traído desde la Capitanía General de Chile, donde se llama -aún hoy- "manjar". En esta línea trasandina, se puede agregar que tienen varios tipos históricos de dulce de leche: desde el manjar blanco, hasta el más oscuro que consumimos nosotros. 
Para abundar en b... gastronómicas dulces, hay que aclarar que el dulce de leche que se consumía en el siglo pasado era muy claro -por cuestiones de receta que desconozco: barra de vainilla, bicarbonato, o vaya uno a saber-, lo que deja en claro que el dulce de leche "colonial" de La Serenísima es sólo una cuestión publicitaria barata y para la gilada. 
Otra cosa, dicen las malas lenguas que don Liniers se llevaba a una señorita a las barrancas del río para practicar el deporte de la empomada -antes de ser virrrey- y allí una esclava mulata y llegada allende los Andes preparaba algunos postres para que se recupere la pareja. Entre esas cosas había dulce de leche o manjar. 
Mucho después, el general San Martín supo ser afecto a la leche pasada de quemada en un jarro y con azúcar. Ergo, mal que me pese, creo que nos queda el colectivo, al que no voy a defenestrar por estar emparentado con uno de los dueños del primer Ford que hizo el recorrido entre Congreso y Primera Junta. 
También es indiscutible la paternidad nacional del secador o escurridor de pisos de goma. Pero lo más grande que hicimos seguirá siendo la mano de Dios y el gol a los ingleses en ese mismo partido.

Más tarde, en otro comentario, este Perico Pérez agrega:
A riesgo de ser pesado -hoy sólo comí medio kilogramo de dulce de leche- recomiendo el libro LOS SABORES DE LA PATRIA de Víctor Ego Ducrot, de editorial Norma. Es duro, pero los vínculos con Chile podrían destrozar a más de un nacionalista.

En esos intercambios culturales de allá por Diciembre del 2006, HT vuelve al ataque de esta forma:
Eduardo: muy bueno tu aporte, y por lo visto muy bien documentado, lo que evidentemente involucra a un tercer país en el debate de la autoría. Habría que verificar un poco las fechas, no vaya a ser que en realidad no haya sido un invento chileno, sino producido bajo espionaje industrial durante el exilio del unitario Sarmiento en Chile, que como se sabe, resentido con el Restaurador, se dedicó a levantar infamias en la prensa como “El Mercurio”. Si tuvo la osadía de ofrecerle a los chilenos la Patagonia entera, bien pudo haberles ofrecido la autoría del invento del “dulceleche”, de mucho menos trascendencia que la Patagonia entera.
Respecto al invento de “la mano de Dios”, (por más que la critiquen ciertos círculos antipatria o excedidos de honestidad) es algo que no dejo de agradecerle al Diego, que nos llenó de alegría a miles de argentinos, que sentimos que le estábamos metiendo las manos en los bolsillos piratas, en una especie de pequeña revancha ajena, que muchos tomamos como propia, y aplaudimos.
Respecto a Mitre, si querés lo abrimos en otro tema aparte, porque tengo desconfianza que hablando de Mitre se puede sentir mucho olor a podrido, y entonces algunos confundan el “dulceleche” con otra cosa.
De algún rincón en el que permanecía oculto, aparece alguien que se identifica como Hendrix y mete baza en el asunto comenzando con un lapidario título: "No, no, no fue asi...", agregando al toque:
En realidad, estamos poniendo el dulce fuera del tarro. Todo el mundo sabe (y si no, debería) que el dulce de leche no sólo es un invento argentino, sino que, lamentablemente, fue el trágico causante de que no exista hoy la Patria Grande Latinoamericana.
Paso a relatar:
Bastante antes de que a Rosas se le ocurriera voltearse unos mates de leche, específicamente el 24 de mayo de 1822, tropas peruano–grancolombianas derrotaron a los realistas en Pichincha y ocuparon Quito al día siguiente.
Los realistas estaban cabreros. No sólo 1.600 rotosos (bajo el mando del coronel Andrés de Santa Cruz) les habían deteriorado el upite, sino que pocos días antes, en Guayaquil, un tenientito de buena familia con una trampa inteligente (pero poco noble, hay que decirlo) les tomaba el fuerte principal, de la siguiente forma: 
En una casa muy parecida a nuestra jabonería de Vieytes, pero en Ecuador, estaban reunidos varios patriotas de tomo y lomo que discutían cómo (y si) plegarse a la revolución en ciernes. Podría decirse que todos eran patriotas pero no b..., ya que la opinión general era esperar a que la pelea se decidiese un poco más (desensillar hasta que aclare, diríamos nosotros). A esta posición se opuso fervientemente un jovencito de 19 años, criollo, pero Teniente del ejército realista, de nombre Febres Cordero. Ante la pasión revolucionaria del joven, los demás patriotas, que como se dijo no tenían un pelo de tontos, le sugirieron que encabezara él la revuelta, y que contaba con todo su apoyo. Ipso facto, se fueron a dormir.
Entre la espada y la pared, el Teniente Cordero (en realidad el apellido es compuesto, pero así queda mejor) tembló, transpiró, gimoteó y luego su honor le indicó que había metido la pata hasta el caracú. No le quedaba otra que jugarse duro. Juntó a tres o cuatro soldados fieles y se dirigió hasta el fuerte a ver qué se cocinaba allí.
Cuando llegó, ¡oh, sorpresa! El sargento a cargo de la guardia estaba profundamente dormido. A nuestro oficial, de cuyo heroísmo estamos lejos de dudar, se le encendió la bombilla, e inmediatamente hizo arrestar al sargento por dormirse estando de guardia.
Posteriormente, convocó a la tropa del fuerte, y los arengó en nombre del rey de España, a tomar la guarnición para defenderla de la horda de revolucionarios que la atacarían inmediatamente, pasando a sangre y fuego a todos los defensores. Como es obvio, la mayor parte de la soldadesca huyó desordenadamente y nuestro Teniente quedó, con sus escasos leales, dueño de la posición. Así, sin disparar un solo tiro, el heroico Teniente Febres Cordero se hizo dueño de Guayaquil para la revolución americana.
Aclarado este punto que, aunque parezca una digresión, no lo es, sigamos con el dulce. Resulta que luego de esta toma, la discusión era si Guayaquil se uniría o no a la Gran Colombia. Don Simón ordenaba que sí, pero los guayaquileños no estaban tan convencidos, así que el asunto estaba calentito.
Por su lado, desde el primero de mayo del 22 Don José se la pasaba eligiendo diputados en Perú en un Congreso Constituyente, para que en septiembre ellos lo eligieran Dictador. Como le pareció mucho, Don José dijo que no, y se contentó con el pequeño título de “Fundador de la Libertad del Perú y Generalísimo de las Armas”.
Como la cosa ésta de la Liberación americana se decidía en Perú, a Don Simón el titulito no le hizo un soto de gracia, e inmediatamente le mandó un mail a Don José “invitándolo” a chatear cara a cara a orillas del río Guayas.

Entrevista de Guayaquil

La charla tuvo lugar a media mañana, y los ánimos de ambos generales eminentísimos no eran de lo mejor. La primera pelea se produjo por el lugar de la mesa, ya que Don José, que conocía París, opinaba igual que mi papá y afirmaba que el Guayas se parecía al Sena y que no había nada mejor que tomarse un cafecito mirando el río (Por supuesto que cuando mi viejo afirmaba esto eran las dos de la matina y estaba un poco pasado). Quede claro que no insinúo lo mismo de nuestro Pater Patriae, pero lo cierto es que ganó la silla.
El segundo enfrentamiento fue por la china que les cebaba mate, porque Don Simón ya había tenido una mala experiencia en Venezuela con un matecito dulzón pero envenenado que le habían cebado y que le produjo una cagadera de quince días, así que tomaba mucho cuidado con las cebadoras. Según creía, la única forma de poder confiar en una china era si le habías poseído (voluntariamente) el orificio “non sancto”, porque – decía- “si una mujer te entrega su trasero es porque la tenés muerta con vos”. En fin, como la china de Don José no había tenido ese privilegio, primó la cebadora de Don Simón. Hasta ahí, un empate. Como la tercera es la vencida, y antes de comenzar siquiera a hablar de política ya habían estado dos veces a punto de agarrarse a piñas, los dos generales se otearon cuidadosamente. Peló Don Simón su faltriquera y extrajo el obsequio que había traído para convencer a Don José de volverse a casa: un fresco kilogramo de manjar blanco preparado a la callaca, espeso, suave y aromático, y le ofreció a su ocasional adversario la prueba de que era Venezuela quién merecía liderar la liberación: con ese producto, hasta el Rey de España debería reconocer la superioridad americana.
Para su desaliento, nuestro prócer observó el dulce, lo probó cuidadosamente (él también se había encontrado ya con unos morrones botulínicos) y sorprendió a Don Simón con una frase castiza y contundente: “¡Esto es una merda!”
Desenvainó la espada Don Simón, y cuando estaba a punto de rebanar el gaznate de nuestro héroe nacional, éste, sin inmutarse, desenfundó un frasco de nuestro dulce de leche (dice la historia que esa terrible calma de Don José inspiró el año siguiente el nombre del que aún hoy es La Serenísima, nuestro dulce más vendido).
Probado que hubo Don Simón el dulce de leche argentino, comprendió inmediatamente que era impensable que Don José prosiguiera su campaña, pues con esa leche convertida en ambrosía conquistaría, no ya América, sino el mundo.
Traidoramente, Don Simón le propuso a Don José una sociedad comercial a partes iguales, pero puso como condición que debían compartir la receta. Inocentemente, nuestro José aceptó, y arreglaron que mientras Simón (ya habían entrado en confianza) preparaba los papeles, José se iría a Chile a contratar suficientes chinas cocineras y alquilar el localcito base para la empresa.
Dicho y hecho, José se retiró a la Magdalena, en donde tenía una casa de campo. Acompañado por una pequeña escolta y un ayudante, esa misma noche, montado a caballo, se dirigió a Ancón, al norte de Lima. Era el 20 de setiembre de 1822, el mismo día de la instalación del Primer Congreso Constituyente de la República del Perú. En la madrugada del día 22 de setiembre, en el bergantín “Belgrano”, se embarcó rumbo a Valparaíso, donde anunció a todos que con Don Simón eran amigos, que trabajaban juntos a partir de ese momento, y que tenía plena confianza en su valor y su capacidad.
Confianza inmerecida. Simón aprovechó la inocencia de José e inmediatamente bajó a Perú, donde el 12 de noviembre de 1822, se había promulgado la Primera Constitución Política de la República. Pero llegó Simón y, cuando les explicó a los Congresistas peruanos que “estos argentinos hijos de ****, otra vez nos están cagando e inventaron un dulce mejor que el manjar blanco”, ellos, más rápido que volando, derogaron la Constitución recién estrenada y lo nombraron Dictador.
Cuando nuestro prócer se enteró de la mala jugada, comprendió que la sociedad no iba, y que había entregado gratuitamente la fórmula de la victoria a un megalómano localista.
Humillado, Don José cruzó los Andes (es aquí cuando ocurre lo del burro muerto de hambre, y no cuando la gente cree) y retornó a Buenos Aires donde refirió su derrota a sus allegados, suplicándoles secreto total, para no desmoralizar al ejército revolucionario. El secreto se guardó celosamente durante años y fue Rosas quien, a fin de que los traidores unitarios no lo revelaran, tuvo la idea genial de crear La Mazorca, que tenía como único fin decapitar a cualquiera que pudiera irse de boca. Pero Don José nunca recuperó su espíritu. Sintiendo que había defraudado a la Patria, se castigó a sí mismo exilándose a Europa, donde jamás, jamás, volvió a probar el dulce de leche. Sin embargo, siempre le agradeció a Rosas que no contara la cagada que se había mandado y por eso le regaló su sable corvo.
Y esa es, amigos, la vera historia del dulce de leche, y de porqué no lideramos la Revolución americana y no construimos la Patria Grande.
Hasta hoy, cada fábrica de dulce de leche que se abre en el mundo, tiene oculta en su piedra fundacional una pequeña placa recordatoria que dice: “Si no fuera por San Martín, Argentina sería Potencia”.
Qué se le va a hacer.
saludos
hendrix

HT no se iba a quedar en el molde luego de este maravilloso relato cuasi bíblico que desgranara el brillante Hendrix. Algo tenía que responder, y ese algo comenzó con un "Epa, epa !!!" pero se fue luego tras las huellas de Mitre y demás. Obviemos esos comentarios hasta el punto donde continúa:
Todo esto viene a la cuestión de que, según afirman algunos, los federales que rodearon esa noche al “Zonzo” en Cepeda, hasta tuvieron tiempo suficiente de ordeñar algunas vacas de los lugareños y preparase tranquilamente “dulceleche” como “pa endulzar la velada”. 
Tras otros rodeos históricos alejados del tema en cuestión, HT reconoce que se diversificó por demás y retoma:
Estas historias, muy interesantes por cierto, merecerían un “tema aparte”, para no derivar la atención sobre el tema que nos ocupa: la invención del “dulceleche”
Los argumentos dados por el siempre bien informado hendrix, dan pruebas de que el “dulceleche” ya existía en la época de la campaña libertadora, que fue anterior a la visita que “La espada sin cabeza” le hiciera a Rosas en su Estancia del Pino. Sin embargo las pruebas aportadas por hendrix dan cuenta que el libertador lo usó en el Alto Perú, pero no dan argumentos suficientes para probar que el “dulceleche” fue inventado por los argentinos, ni la época de su desarrollo. Sabida es la falta de apoyo que San Martín recibió del “zapo del diluvio” Rivadavia, y siendo que éste le negó toda vitualla, resulta dudoso que le hubiera remitido alguna partida de “dulceleche”, salvo que lo hubiera hecho el General Bustos desde Córdoba, que como se sabe apoyó incondicionalmente al Libertador, siendo que además Córdoba siempre fue famosa por sus dulces y alfajores. (….jamás permitirá mi deseo que se paralice una empresa porque no tenga el honor de mandarla………cualquiera sea el jefe prepararé todos los auxilios que estén en mi esfera sin reservar nada a tan sagrado interés – (Comunicación de Bustos a Martín Rodríguez) Como parte de esos auxilios, bien podría estar el conocido “dulceleche”. 

Bernardino Rivadavia

A raíz de la falta de apoyo recibido por parte del “Gran Panzacola”, San Martín escribió: “La guerra la tenemos que hacer del modo que podamos. Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos han de faltar. Cuando se acaben los vestuarios nos vestiremos con las bayetitas que trabajan nuestras mujeres, y sino andaremos en pelotas como nuestros paisanos los indios. Seamos libres, que los demás no importa” Podría incluso ser cierta la teoría de que en papel original no dijera “un pedazo de tabaco” sino “un frasco de dulceleche”, lo que resulta de mayor credibilidad ante el hecho cierto de que San Martín padecía ciertas complicaciones bronquiales agravadas por el hecho que en aquellas épocas no había mulas con cabina presurizada para mitigar los efectos de la altura y falta de oxígeno en la cordillera. Por otro lado no se si la falta de tabaco pudo ser una preocupación del libertador ya que el tabaco está lejos de dar algún aporte de calorías, y mucho menos de aporte de grasas ni triglicéridos. La falsificaron histórica de reemplazar “dulceleche” por “tabaco”, bien puedo haber sido urdida por el propio Mitre, que como se sabe falsificó el 50 % de la historia y se calló el resto.
Sin intención de contradecir ni disminuir de ningún modo el aporte de nuestro amigo hendrix, sino como un aporte más al tema, y teniendo en cuenta la filosa observación que hendrix hiciera respecto al “dulceleche” como culpable y responsable de la frustrada formación de “La Patria Grande”, valdría la pena analizar si el dicho pote de “dulceleche” no fue plantado en la mesa de conferencia por “los servicios ingleses”, como un agente de disolución. Sabido es que los ingleses trataron por todos los medios de impedir la formación de una “Patria Grande” (por eso del “divide y triunfarás”) y esta teoría se vería además reforzada por el hecho que durante la campaña libertadora se detectaron “agentes encubiertos” ingleses disfrazados de inocentes mercachifles, que seguían al ejercito libertador hasta el Perú, recogiendo información útil a "su Graciosa Magestad" (no se que le verán de graciosa) y trasmitiéndola secretamente al Foreign Office, más que por un interés comercial de proveedores del ejercito, ya que a éste no le sobraba ni un patacón, y como fue dicho, andaban hasta con riego de quedarse “en pelotas”, según dichos del propio Don José. Esta teoría parece confirmarse, por ejemplo, en el hecho cierto que la noche anterior al combate de San Lorenzo, San Martín encontró un viajero que dormitaba frente a su coche junto al convento de San Lorenzo, era un joven comerciante inglés, Juan Parish Robertson, (un agente encubierto, evidentemente) que llevaba unas petacas de mercaderías a Santa Fe, según le dijo a San Martín, que lo conocía de Bs.As. El Libertador le permitió presenciar el combate y en la euforia del triunfo hizo revelaciones a este joven que por extranjero y comerciante le pareció alejado de la lucha y digno de confianza. (un poco ingenuo Don José, por cierto). No sabía que era un agente del Foreign Office y anotaría cuidadosamente sus palabras. Lo encontrará en otras ocasiones, sin sospechar jamás que su presencia se debiera a otra cosa que a negocios mercantiles: hasta en el Perú lo verá en negocios mineros. Roberston no recogería solamente las informaciones de San Martín sino de todos los que actuaban en el plano militar o político, porque era hábil para estar en el lugar y tiempo oportuno. ¿No fue este Roberston el que plantó el frasco de “dulceleche” en la conferencia de Gayaquil, según nos da pruebas nuestro amigo hendrix.?
Pero de todos modos, aunque haya estado el “dulceleche” "plantado" en la mesa de negociación por parte del Foreign Office, queda pendiente dilucidar la cuestión de fondo: ¿Quien inventó del “dulceleche”?
Queda pues abierta la polémica y la investigación.
Por ultimo agregaré... 
Así comienza HT antes de agarrársela con Bernardo González Rivadavia y sus apodos:
“Visionario”, “Sapo del Diluvio”, “Rivaduvio”, “El robespierre renegado”, “Solemne Botarate”, "Bernardino Primero”, “Caribe”, “Crispinillo el Trompudo”, “Doctor Bernardino Garrapata”, “Don Bernardote Riobombo”, “Duque de Chukisaca”, “Escriba”, “General Jefe de los Asoleados”, “Gran Panzacola”, “Padre de las Luces”, “Herbolario”, “El nuevo Don Quijote de La Mancha”, el de la trompa grandísima, el inflado con antiparras, el escuerzo de Buenos Aires, el Rey loco, el Ombú empapado en aguardiente, el Doctor en Ignorancia, la Sota de Bastos, “Monstruo Infernal”, “Mulato Rivadavia”, y “Piloto de Cultura”. 
Sigue HT con los apodos de Lavalle: “La espada sin cabeza”, “Por mi orden”, “Bayuno” o “Lavalluno”, “General de los Guarda-chanchos”, e “Iscariote”, y los de Urquiza: “El Tigre de Montiel”, “El Caguetón”,
“El Guazetón Sudamericano”, “Loco Salvaje Traidor”, “El Morao”, y “El Quiscudo”. 
Luego vendrán los motes aplicados "al gran Sarmiento": “Al Ben Racín”, “Animalis Homo”, “Borrachón de Sarmiento”, “Carrier”, “Don Yo”, “Duque de Carapachay”, “Gaucho de las Letras”, “Montonero intelectual”, “El más atrevido de los baqueanos intelectuales”, “General Bum Bum”, “General de la Batalla del Piojito”, “Loco Sarmiento”, “Profeta”, “El Sultán de nuestras escuelas”, y “Tartufo”.
A continuación HT se regocija apodando a don Mitre: “Don Bartolo”, “Don Basilio”, “Don Buenaventura”, “Grumete”, “Zonzo”, “Tísico”, y “Divus Bartolus”.
Para reconocer que se perdió por laberintos borgianos y no resolvió el tema que los convocaba: ¿Quién es el inventor del "dulceleche"?

Aquí aparece, cortito y al pie, un tal Jerónimo Castilla, que dice ser forista habitual - terminología internética, por supuesto - quien sale a la palestra diciendo (en realidad, escribiendo):
So pretexto de dilucidar el origen del dulce de leche me parece que estos dos foristas nos van a bajar lìnea, de manera tangencialmente subrepticia, sobre sus interpretaciones historiográficas...llegando hasta Adán y Eva...enhorabuena ...este foro está increíblemente cada vez mejor
Comentario de don Jerónimo que no aporta una pizca a la discusión sino que halaga a los participantes iniciales como para asegurarse de quedar bien con el que gane, sea el que sea.

"Hendrix returns" apenas asomaba el sábado 9 de ese diciembre, y veamos para expresar qué:
Estimado HT. Excelente su evaluación de los hechos, y concuerdo plenamente con que aún no hemos arribado al meollo de la cuestión, a saber: El verdadero origen del dulce de leche. Sin embargo, tengo plena fe en que, aunando esfuerzos, lo lograremos para bien de la argentinidad y solaz de la historia verdadera, es decir, aporte sustancial a las futuras generaciones, que ya no tendrán que devanarse los sesos con este crucial misterio.
Me resultó muy sustancioso su comentario con respecto a John Parish Robertson, y creo que ha dado usted una puntada con hilo sutil pero muy certera. 
Aquí don Hendrix se despacha a su gusto sobre la historia de Parish y más aún sobre la de los Robertson allá por las Lomas de Zamora. Obviaremos esos párrafos alejados del dulce de leche más que Afganistán de Melbourne, por citar puntos lejanos entre sí.
Aunque, a fuer de caballeros, citaremos un par de líneas:
Los productos lácteos de la colonia cobraron fama rápidamente y los quesos y manteca –higiénicamente envasados- se consumían en la ciudad de Buenos Aires y adyacentes. Los Robertson rodearon de cercos vivos -principalmente con talas- gran parte de los campos de pastoreo y cultivo. Algunos ejemplares centenarios de esos talas se conservan todavía, y no me cabe duda de que la intención original de los hermanos era aislar la chacra del exterior, de forma que nadie viera o conociera lo que dentro de la misma se cocinaba. Tomando en cuenta las tres mil vacas: ¿Tal vez dulce de leche?
No puedo menos que concordar con usted sobre la labor de espionaje de los Parish. Lo que debemos dilucidar es si ellos poseían o no la fórmula del dulce de leche argentino para esas fechas, o si todo su trabajo antinacional estaba dedicado a obtenerla por encargo de Inglaterra.
Y aquí Hendrix abre el tarro correcto para posarse otra vez cerca del dulce:
No obstante, aún se nos escapa el alfa de la cuestión: el momento exacto de la creación de ese manjar exquisito que nos ha dado fama en el orbe entero.
Sugiero que nos retrotraigamos aún más, ya que Sagarzazu nos dice que nuestro dulce de leche es una versión derivada del hispano- árabe arrope utilizado por los moriscos, entre otras cosas para pegar la tapita de los alfajores. 

Arrope - una delicia árabe

“El hilo civilizatorio que va desde el alfajor al dulce de leche, (dice Sagarzazu) se torna visible al examinar que la receta de la leche ha reemplazado al jugo de frutas, por lo que en realidad, nace por analogía con los arropes” cuya preparación era conocida por los andalusíes ya en el siglo XI e involucra un proceso de cocciones y descansos hasta lograr la reducción del líquido a un cuarto, como expresa la raíz árabe de arrope, rub, del mismo origen que “cuatro”.
La corriente que ha ligado a los pueblos árabe y argentino es conocida desde la colonia, por lo cual esta teoría no puede descartarse por completo.
Fíjese, estimado HT, que el azúcar ha desarrollado en nosotros lo que los ingleses llaman sweet tooth (diente para los dulces) que no es otra cosa que el hábito de endulzar los alimentos con más azúcar que otros pueblos. Y por cierto que sin tal entrenamiento es imposible disfrutar del dulce de leche a cucharadas y, como se sabe, esa dulzura es sinónimo de local , de ahí el dicho de" ser más argentino que el dulce de leche".
También se condice con esto la herencia cultural que sustenta el conocido desprecio que los españoles tienen hacia los “sudacas” y que nos han manifestado durante siglos. Un campeón del fanatismo, Pedro Aznar Cardona ( “Expulsión de los moriscos de España, Huesca, 1612”) escribe: "los moriscos comen cosas viles" y en la lista de ellas anota : “albóndigas, pasas, higos, miel, arrope, melones, pepinos, duraznos .......” (María Elvira Zagarzazu: La conquista furtiva. Los Hispanoárabes en el Río de la Plata, Ovejero Martín -Editores, Rosario -2001).
Esta similitud alimentaria podría justificar un análisis más exhaustivo de un potencial origen argentino–árabe de nuestro dulce nacional.
saludos
hendrix

En esa tarde sabatina, alguien llamado Horacio decide sumarse escribiendo:
No me jodan. Ustedes son historiadores. Vaya a saber con qué intenciones están haciendo infiltración en el foro so pretexto de hablar de dulce de leche... No puedo ni meter una cucharita, me superan... 
A la final tenía razón Lopecito, "si no los paramos nos van a copar el movimiento general, y el general le responde, "haga lo que crea necesario Lopecito, que si nadie me da bola yo me vuelvo a España...".
Un abrazo a Hendrix y otro a HP, aunque con él no tengo el gusto, y la verdá, ná de ná puedo decir.
PD: perdón, era HT y no HP, el exceso de terapia ¿vió?, coincido con Jerónimo, este foro está muy bueno. 
"Habrá Patria para todos o no habrá Patria para nadie", termina Horacio demostrando que ese sábado a mediodía libó en exceso ya que parece haber mezclado la Patria con el dulce de leche, que si bien tienen alguna relación quizá aquí no venía al caso.

Nadie escribió más nada hasta el lunes 11 por la tarde. Luego de reponerse de la patriótica expresión con la que Horacio cerró su breve alocución, HT volvió luchando contra los calores estivales:
El valiosísimo aporte que hace nuestro forista hendrix, no deja de sorprendernos con la agudeza de sus observaciones que relacionan en distintos autores y relatos históricos con el dulceleche y su origen arabe-musulman, teniendo además una evidente intima relación con las luchas imperiales entre España e Inglaterra por dominar el mundo. Es evidente que la cultura árabe tuvo una gran influencia en España tras ocho siglos de dominación, que no solo influyó en la cultura, raza, costumbres y hábitos alimenticios (observese esto, alimanticios) que luego se adaptó en estas pampas a lo que definitivamente dio como resultado final el “duceleche” e inclusive el “gaucho”, que hasta su denominación tiene ese origen. Sin dejar de reconocer al argentino (hasta que no se demuestre lo contrario) como el verdadero inventor del “duceleche” en su versión actual, tampoco podemos negar que talvez su origen se remonte a otras culturas, como bien lo señala hendrix, y el actual “dulceleche” como se lo conoce hoy en día, haya sido la genial adaptación de las imaginación innegable de estas pampas argentinas.
Seguramente la utilización del dulceleche por los árabes, según plantea hendrix, debe haber sido de gran utilidad en aquellas tribus nómades que recorrían grandes distancias en el desierto, siendo que el dulceleche, además de proveerles una dieta rica en hidratos de carbono, se conserva bien en un periodo de tiempo prolongado sin descomponerse, y aún sin “azucararse”. Cualquiera podrá poner en duda la afirmación de hendrix, planteándose “de donde van a sacar la leche y el combustible en el desierto” para la cocción del dulceleche, que como se sabe lleva varias horas de fuego lento pero continuo. La leche, por supuesto sería de camello, muy rica en grasas. Respecto al combustible necesario, la respuesta es muy sencilla; cualquier criollo conoce el dicho “más seco que pedo de camello” o “más seco que bosta de camello”. Siendo el camello una especie de maravilla hidráulica natural, hace una estricta reserva de agua sin largar “ni humito”. Efectivamente la bosta de camello es muy seca y tiene acumulada una gran cantidad de calorías por el tipo de vegetación xerófila que consume el camello, de manera que un árabe le acercaba un yesquero a una bosta de camello, y tenían fuego suficiente para la cocción de un dulceleche para toda la tribu.
Esta costumbre de usar la bosta de camello como combustible, también fue heredada de los árabes por nuestros criollos, que con leña en abundancia no se vieron en la necesidad de usarla para hacer una parrillada, pero si usaron (y usan) la bosta de vaca, oveja o chivo, como un infalible repelente de mosquitos. Efectivamente, ardiendo sin llama emana humo que sin ser desagradable para el cristiano, repele a todo el mosquerío a varias decenas de metros a la redonda. Una especie de “espiral” primitivo y natural.
Es conocida la expresión del General Perón de que “un camello es un caballo diseñado por una comisión”. Ese dicho de evidente picardía criolla que tenía el general, pudo haberse referido “a la forma” del animal, pero de ninguna manera pudo haber ido en desmedro del versátil animal, que como queda dicho proveía a los beduinos de un medio de trasporte eficaz, leche y hasta comestible para el dulceleche. Estas cualidades del camello seguramente eran bien reconocidas por el general, que siendo militar, conocía muy bien el valor estratégico del camello (transporte, leche y combustible) que combinadas con la agilidad y rapidez de los caballos árabes (de los cuales el “caballo criollo” heredó su inteligencia y tenacidad) empleados en su”caballería”, le dieron a los moros la posibilidad de formar un vasto imperio, incluida la península ibérica donde impusieron el dulceleche, tal cual lo demuestra hendrix.
¿Pero podremos descubrir los verdaderos “orígenes del dulceleche”?. ¿Podremos remontarnos en la historia para descubrir sus orígenes? ¿Tendremos la imaginación y voluntad suficientes para desentrañar estos misterios, como se ha hecho con los orígenes del mismísimo homo sapiens? ¿Habrá sido el “dulceleche” el motor imperceptible que dio origen a distintos movimientos históricos y que evidentemente estuvo presente en nuestras luchas de emancipación, tal como lo señalara hendrix? ¿Fue un arma de disuasión y disgregación usada por el pirata ingles? La historia parece dar una respuesta afirmativa, al menos a muchas de estas preguntas.
Cuenta la historia que Marco Polo fue a lejano oriente a traer canela. ¿Es creíble eso? ¿Para que carajo quería Marco Polo canela, si ni siquiera sabemos si en Italia existía el arroz con leche? El arroz mismo es originario del lejano oriente, y por lo visto, también la canela. ¿Parece lógico hacerse semejante viaje para ir a buscar algo que ni siquiera podía saber que existía? y aún admitiendo que supiese, ¿a quien iba a engañar con canela que no tiene ni punto de comparación con un buen “dulceleche” casero de leche entera recién ordeñada? Un arroz con leche y canela no tiene nada que hacer con un buen arroz con leche y “dulceleche” como el que es sabido que comía nuestro Restaurador de las leyes, y que incluso convidaba a los visitantes, tal como relata su sobrino Lucio V. Mansilla cuando en una visita al Restaurador de Palermo, por no decirle que no, se tuvo que lastrar nada menos que siete suculentos platos de arroz con leche mientras su tío el Restaurador desentrañaba las alternativas políticas y diplomáticas con los brasileros. (Lucio V. Mansilla, Los siete platos de arroz con leche, Buenos Aires, EUDEBA, 1963.) Comparar un buen plato de arroz con dulceleche con un plato de arroz con canela, es como comparar un buen poncho de vicuña con un poncho de lana de vidrio. Un plato de arroz con dulceleche es una tentación para cualquiera, pero un arroz con canela es una porquería. Un hombre con un poncho de vicuña es un criollo, pero un hombre con un poncho de lana de vidrio es un porrón.
Marco polo (que era veneciano), lo que realmente fue a buscar al lejano oriente, aunque se mantuvo en estricto secreto, fueron los libros que contenían la milenaria cultura de la guerra, la diplomacia y de los servicios secretos sobre el enemigo. Así los venecianos emplearon para con sus vecinos todas las tácticas y arte de aquellos, apoyando al más débil para debilitar a su potencial rival, y luego apoyarlo a éste contra un tercero. Los venecianos, instalados en un territorio de difícil acceso y fácil de defender, tuvieron una gran influencia entre sus vecinos de Europa, haciendo pelear a unos contra otros, intrigando entre ellos con un interesante servicio de espías y dominando el comercio de la época. ¿no fue acaso el potaje antecesor del “duceleche” traído por Marco Polo a su paso desde el lejano oriente, usado como elemento de disuasión, intriga y discordia entre sus vecinos? Los comerciantes venecianos, antecesores de los banqueros, sentados en un banco el la plaza pública hacían sus negocios financieros; de ahí el termino “banco” para las entidades financieras. ¿vendían también dulceleche los venecianos para atraer a los incautos a sus manejos usureros? Cuando no tenían más crédito, o se quedaban sin dulceleche, simplemente se retiraban sin pagar, rompiendo el banco; de ahí el término “quebró la banca”, o el “se acabo lo que se daba” o simplemente el conocido “se acabó el dulce”.
Pero ¿como llegó el dulceleche a manos del pirata ingles, si en esa época los ingleses eran los “bárbaros de Europa”, que todavía andaban a los garrotazos? Esta afirmación, que aparentemente puede ser interpretada como producto de resentimiento o desprecio por “los gringos” es fácilmente comprobable si se verifica que las primeras universidades fueron italianas (siglo XI en Bolonia), y cuando en España había 12 universidades, allá por el siglo XXII, en Inglaterra no había ninguna.
Y volviendo a la pregunta ¿como llegó el dulceleche a manos del pirata ingles? vasta seguir un poco el hilo de la historia para desentrañar esto que parece un misterio pero es sumamente sencillo a la luz de lo hechos. Como a los comerciantes Venecia “les quedara chica”, emigraron a los Países Bajos, un territorio de características similares pero mejor ubicadas. Ahí armaron nuevamente su imperio comercial y a partir del siglo XIII se instalan en Londres, un territorio más fácil de defender, con facilidades de comunicación y transporte hacia todos lados. Como el mal clima de Londres les dificultaba trabajar al aire libre, se instalaron en el bar de Lloyd (no se si les suena) que dio el nombre a sus empresas financiera y de seguros. Para esa época contaban con su agencia de servicio secreto, cuando América no tenia ni miras de ser descubierta. Fue la época que el decir de Jauretche, los italianos eran los “ingleses de los ingleses”. Nótese que antes de llegar a Inglaterra, pasaron por los países bajos, donde está Holanda, que como sabemos tienen las vacas holandesas, famosas como productoras de leche. ¿se mejoró el dulceleche veneciano con la genética vacuna de los países bajos? Es algo que falta investigar.
Llegados como dijimos los venecianos a Inglaterra, previo paso por Holanda, y muñidos de la ciencia de la guerra, la diplomacia (y probablemente el dulceleche), los ingleses, que eran bárbaros pero no b..., solamente tuvieron que adaptar un poco la técnica a su idiosincrasia.
Esta técnica de apoyar al débil para debilitar al fuerte tiene muchos ejemplos en la historia de Inglaterra, como en su alianza con Holanda para desplazar a los portugueses de la India, (obteniendo de paso ventajas en las colonias holandesas), para aliarse después a los portugueses para desplazar a los holandeses (obteniendo de paso ventajas en las colonias portuguesas). Los franceses también aprovecharán las rivalidades de los indios, para obtener beneficios. La india pasó de ser un país con industria textil, a un país agrario donde morían de hambre millones de personas: cinco millones entre 1850 y 1875 y quince millones entre1875 y 1900. ¿estuvo en estas guerras e intrigas comerciales mezclado el dulceleche? Se limitaba solamente a la industria textil o tambien al arte culinario? Como en otros lados, los ingleses restringen en la India la navegación y la construcción naval. Romesh Dutt dirá que “en verdad la humedad de la india bendice y fertiliza otras tierras”. según Digby "el tesoro extraído por los británicos entre la batallas de Plasey y Waterloo oscila entre quinientos mil millones y un billón de libras esterlinas”. Los ingleses son como las vizcachas, que se llevan para la cueva todo lo que encuentran, y no vale la pena hablar del oro y la riqueza del mundo que están en el museo de Inglaterra que todos conocemos, (la de los faraones, por ejemplo), pero de lo que sí vale la pena hablar es del tema que nos ocupa; el dulceleche.
Los españoles trajeron del lejano oriente, y adoptaron, tres cosas (en realidad cuatro) que fueron fundamentales para el adelanto de la navegación: la brújula, el timón, la vela latina y el dulceleche. Anteriormente los barcos, a falta de timón se maniobraban a remo. La vela cuadrada les permitía impulsarse a favor del viento, o a remo. Con el timón y la vela latina, pudiendo impulsarse aún con viento de proa, pudieron prescindir de los remos, los que le permitió diseñar barcos de mayor capacidad y altura. Esto le permitió a Colon (al parecer Genovés) descubrir América. El cuarto elemento era, evidentemente heredado de los árabes, el dulceleche, tan útil para semejante viaje, y probablemente no fueran espejitos los que cambiaran por oro los españoles a los indios, sino caramelos de dulceleche.

La guerra del opio

Los ingleses contrabandeaban opio de la India a China, y como el emperador restringe el tráfico, inician las tres guerras del opio (1842, 1856 y 1858) apoyados por otras potencias, obtiene la apertura de los puertos al comercio ingles y se queda en posesión de Hong Kong. ¿se limitó la guerra del opio al opio en si, o abarcaba también al dulceleche? ¿era el opio consumido puro, o también combinado, como opileche?
También los ingleses se quedarán con Gibraltar (1704), dominando así la entrada al mediterráneo y el control de las flotas de España y Francia, que para defender sus costas tenían sus escuadras divididas en ambos lados de Gibraltar. ¿fue para dividirle la flota a los gallegos o fue además un enclave de espionaje industrial ingles, para conocer los secretos de la preparación del dulceleche, que los españoles ya conocían por los árabes, tal como lo demuestra hendrix?
Algo parecido a la guerra del opio sería la “guerra del guano”: una compañía inglesa con sede en Santiago explotaba el guano en las costas de Bolivia y Perú. Como estas pretendieron aumentar los impuestos al guano armó la guerra que dejo a Bolivia sin costa, y a ambas con menor territorio. Ejemplos como este podemos ver en distintas partes del globo, en distintas épocas.¿ habrá sido la guerra del guano una guerra por el guano en si? ¿vale la pena armar semejante toletole por la bosta de pájaro? ¿no habrá sido más vale la guerra del dulceleche, que los peruanos ya conocían a través de San Martín en la campaña Libertadora, tal como quedó fehacientemente comprobado por hendrix?
Para apoyo de su flota, Inglaterra se posesiona de territorios de ultramar: También el gobierno ingles se quedará con el canal de Suez acortando las rutas marítimas, y siendo para buques a vapor terminará con la competencia de navegación a vela. Y todo esto con la “ingerencia del estado británico”. También se quedará con gran parte del Canadá francés. Basta seguir un poco el hilo de la historia para comprobar que los ingleses anduvieron en todas partes siguiendo los pasos del “dulceleche”, desde el lejano oriente, hasta Venecia y los paises bajos, España, Gibraltar (1704), El Cabo (1795) Ceylan (1796), Malta (1800), Buenos Aires (1806), Mauricio (1810), San Lorenzo, Guayaquil, Singapur (1819), Malvinas (1833), Adén (1839), Hong Kong (1842), Chipre 1878) entre otros y los mismos países árabes, donde tuvo origen al antecesor del dulceleche. Inclusive se ve claramente su intención de impedir su difusión y comercialización, cortando o dominando las vías marítimas.
Pero volviendo a nuestras pampas argentinas. ¿Que tiene que ver todo esto de los árabes los gringos y el dulceleche con nosotros? Muy sencillo; de los gringos ni vale la pena explicar nada porque sabemos lo piratones que siempre fueron, (y lo hemos dicho acá mismo); Los árabes tiene mucho que ver ya que los gauchos son mezcla directa de indios con españoles-árabes-musulmanes. Hasta la palabra gaucho deriva del árabe. ¿y el dulceleche? ¿Qué tiene que ver el dulce de leche en todo esto? Ya lo hemos dicho pero lo repetimos: es el elemento plantado por el Foreign Office como elemento de discordia entre pueblos americanos. Y encima no es invento de ellos, si no nuestro. ¿pretenderán cobrarnos patente, como con los medicamentos, con la cantidad de yuyos cordobeses que tenemos, que curan de todo? Si te descuidas, te tomas un tesito de “quitucho macho” y te libras del SIDA más virulento.
Resumiendo un poco, los ingleses en todas sus colonias introducían primero algunos comerciante ingleses (que además le servían de espías), como para tener alguien a quien defender, y una buena excusa para “intervenir” a la primera de cambio. Chumbaban a dos países vecinos, los hacían pelear, y encima después “le salían de árbitros”. Así sucedió por ejemplo, para no ir muy lejos, La Confederación con La Banda Oriental, ésta con Brasil, Argentina y Brasil (en Ituzaingo) y como para emparejarla después, Urquiza-Brasil contra La Confederación. Después, como para terminar con el progresismo del Paraguay de esa época, La Triple Alianza (Hay que ver que paraguay ya en esa época fundía hierro para sus armas, empelaba el telégrafo etc.). Lo mismo hicieron con Chile contra Bolivia-Peru, Bolivia con Paraguay etc. ……..y más recientemente Perú-Ecuador, donde en vez de separarlos, les vendimos armas a los ecuatorianos, que encima no andaban, como para quedar mal con los dos de un solo saque.
Una vez armado el circo (para los ingleses, por supuesto) y divididos los países, venia el plan “B”: buscaban entre los mismos nativos a los que trabajarían para “ellos”; los vendepatrias, cipayos, capangas, interesados, chupamedias, etc. (como para hacerla corta, en esto que todos sabemos) El mismo Caning se deschavaba cuando decía “América española es libre y si sabemos actuar con habilidad será nuestra” (George Canning, después de reconocer la independencia de las colonias latinoamericanas en la época en que el grupo rivadaviano concertaba el primer empréstito con la Baring) Y baya si actuaron con habilidad estos gringos hijunagransiete !!!
¿Y a que viene todo esto, en relación con el dulceleche? El mismo Lord Palmerston lo aclara en el parlamento inglés durante el bloqueo anglo-francés al Río de la Plata, 1848:
“Es una política estrecha mirar a este o el otro país como destinados a se los perpetuos aliados o los eternos enemigos de Inglaterra. No tenemos perpetuos aliados ni eternos enemigos. Nuestros intereses son lo perpetuo y lo eterno.” (el subrayado es mío) ¿Cuales eran esos intereses, sino el dulceleche, entre otros? ¿Porque no lo dijo con todas las letras? ¿Tenía desconfianza acaso que los Yanquis le birlen el negocio? Lo aclara el propio Abraham Lincoln: “No sé acerca de aranceles, pero lo que sé muy bien es que cuando compramos bienes manufacturados a los extranjeros, nosotros nos quedamos con los productos y ellos con el dinero. Cuando compramos productos nacionales nos quedamos con ambas cosas” Es evidente que los yanquis no solo querían ordeñar vacas, sino también hacer el dulceleche, cuya fórmula no estábamos dispuestos a darles. La puja llega hasta nuestros días, en que una empresa multinacional yanqui quiere quedarse con nuestra Cooperativa Sancor, productora de uno de nuestros mejores dulceleches. No se necesita ser un historiador (que no lo soy) ni tener una mirada demasiada aguda, para darse cuenta que el Foreign Office y el Pentágono anduvieron siempre, y andan, tras la huellas y el manejo monopólico de nuestro afamado dulceleche. Esto ha sido inclusive, parte de una cultura promocionada insistentemente en diversas partes y de distintas formas, que resumen en dos cosas: el “librecomercio” y la “división internacional del trabajo”. Nosotros ordeñamos y ellos fabrican y nos vende el “dulceleche”.
Y por si alguno tiene dudas, basta echarle una mirada a los diarios de sesiones del congreso: “…..abrigamos la doctrina que el libre cambio universal representa la baratura de los productos de todo el mundo, con la distribución del trabajo; la distribución del trabajo (….bla,bla,bla….) ; esa doctrina es aplicable a todos los países del mundo porque creemos que no tenemos que dscutir como si se tratara de una tierra de otro planeta o de una Nación regida por otras leyes que las demás. Cree firmemente este Gobierno que la teoría del libre cambio importa distribución de trabajo y la distribución del trabajo la baratura del producto” (Norberto de La Riestra, Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de a Nación, 18 de agosto de 1876) (nosotros ordeñamos y ellos hacen el dulceleche) Fijense que este vendido de don Norberto, pro ingles, evidentemente, querìa que entregamos el marrón (me refiero al dulceleche), y sin chistar El mismo Carlos Pellegrini le adjudica a Glasdstone (jefe del partido liberal de Inglaterra y Ministro de la Reina Victoria) las siguientes ideas “él quería (Glasdstone, quería..) sosteniendo su doctrina, hacer de la Inglaterra la fábrica del mundo y de América la granja de Inglaterra” (no te la cante?) y admitía con amargura (Carlos Pellegrini) “….que en gran parte se ha realizado, porque en efecto nosotros somos y seremos por mucho tiempo si no ponemos un remedio al mal, la granja de las grandes naciones manufactureras” (Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de a Nación, 18 de septiembre de 1875)
Restaría aclarar más el origen árabe del gaucho y del propio Sarmiento. (“Al Ben Racín” fue el apodo de Sarmiento dado en “El Mosquito” a raíz del apellido Albarracín, de origen árabe o incluso árabe.) Pero alguien se preguntará ¿que tenia que ver Sarmiento en todo esto? Mal que se sienta ofendido algún forista que le “tocan su ídolo”, Sarmiento era de comprobado origen árabe, renegó de ellos y de los gauchos, contra los que emprendió una feroz campaña de exterminio (Junto al Mitrismo) Para Sarmiento los Argentinos son "una dañosa amalgama de razas incapaces e inadecuada para la civilización" (Sarmiento, Obras completas. Ed Belin Hnos. Parias 1909) 

Sarmiento

A los árabes los despreciaba porque "son una canalla que los franceses corrieron a bayonetazos al Sahara" . "Se nos habla de gauchos...La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos. . Es lo único que tienen de humano. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos".(Carta a Mitre de 20 de Septiembre de 1861 y "El Nacional" 3/2/1857) ¿Fue la de Sarmiento (y Mitre) una lucha contra el gaucho, solamente de resentido y racista nomás que era?¿O fue parte de una lucha por el dominio de las fuentes de materia prima para el dulceleche, y aun del control de su incipiente industrialización y distribución? Son interrogantes que dejaremos para más adelante, aun a riesgo que algún forista tocado se nos venga encima como italiano que le pisan la quinta, porque “le tocamos su ídolo”.
En definitiva, de este breve resumen se desprende claramente las intenciones del pirata ingles: Nosotros le tiramos las tetas a las vacas y ellos nos fabrican y venden el dulceleche. Pero minga de dulceleche. Les compraremos algunas chucherías, algunos chips, algunas boleadoras inalámbricas, pero minga de dulceleche. El dulceleche lo vamos a seguir fabricando nosotros. (mientras no nos entregue algún vendepatria, porque que los hay los hay, ……y a montones)
¿Lograremos las pruebas documentales suficientes para patentar el dulceleche? ¿Lograremos mantenerlo como industria y patrimonio nacional?
LOS INTERROGANTES ESTAN PLANTEADOS - SIGUE ENTONCES LA POLEMICA ABIERTA.
Así don HT termina de hacernos la "permanente" con nuestras neuronas que se han visto hamacadas en lo que va de esta nota pues nos las han viajado por los más inesperados rincones de este mundo hasta lograr retorcerlas impiadosamente alentándonos con que así íbamos a saber quién inventó el dulce de leche. Pero este sencillo manjar se ha ocultado más que el yeti y habrá que seguir alentando expediciones que buscan emplear las nuevas tecnologías para dilucidar a quién se le ocurrió.

Aparece aquí un nuevo protagonista de la mesa de debate: Osvaldo Vergara Bertiche, rosarino. ¿Qué dirá este internauta sobre la cuestión? ¿Arrojará nueva luz que disipe las tinieblas o arrojará nuevas tinieblas que hagan menos visible la ya temblorosa luz? Veamos:
MUCHACHOS,FELICITACIONES POR ESTA CLASE MAGISTRAL DE HISTORIA.
LA HE RECOPILADO. ES MUY BUENA.
NO TODOS PUEDEN APRENDER, COMO NOSOTROS, HISTORIA CON SABOR A DULCE DE LECHE.
EN LO PERSONAL ME HAN ENDULZADO LA VIDA.
Fraternalmente, Osvaldo
En fin. Osvaldo resultó un simple "absorbe calcetines" que felicita a todos y cada uno de los arriba reflejados por nosotros. Como para estimularlos a que sigan dando clases de historia gratuitas a través del foro. No sumó nada, salvo endorfinas en los sistemas circulatorios de HT y de Hendrix. 

Los ecos de la discusión que ya se extiende por demás se apagan hasta el miércoles 13. Preocupado por el desinterés general en el tema (nadie agregó una mísera idea u opinión), aunque eso es típico en la www ya que un reducidísimo grupete de usuarios pone algo de inteligencia a las ideas circulantes, reaparece HT para escribir:

"chauch" = arreador de ganado

El hilo seguido en la deducción evidente y sencilla de las verdaderas intenciones del pirata ingles, me desvió momentáneamente de un tema que brillantemente planteo nuestro amigo hendrix, y es el origen árabe del antecesor del dulceleche. El mismo gaucho es de ese origen. La palabra gaucho también es de origen árabe. Es fácil encontrar su parentesco con la palabra chauch que en árabe significa conductor de ganados. Todavía en Sevilla (en Andalucía), hasta en Valencia, al conductor de ganados se le nombra chaucho. Alfredo Monla Figueroa, confirma que Chauch, en árabe, significa arreador de animales y cuando los moros invadieron España introdujeron esa palabra, (junto al dulceleche) donde se modificó por chaucha. además Los españoles trajeron esta última al Río de la Plata, donde se pronunció por criollos y mestizos: Gaucho (A. Monla Figueroa, El gaucho argentino, Buenos Aires, 1944, pág.. 19).
Muchas palabras del lenguaje criollo son de origen árabe entre ellas maula, tan aplicada por el gaucho hasta nuestros días. Maula deriva de mawlá (pl. mawáli), con múltiples significados, como lo especifica la obra de Marianne Barrucand-Achim Bednorz, Arquitectura islámica de Andalucía, Taschen, Köln, 1992, pág. 229. En la mayoría de los casos designa a no-musulmanes, los que siendo libres o habiendo sido liberados se convierten al Islam y son protegidos por éste; pero muchos se avienen más por interés personal que por fe. Por eso la filología gauchesca asevera que maula es aquel ser despreciable, cobarde, tramposo y oportunista. Así, ese gran poeta, cantautor argentino y gaucho, don Atahualpa Yupanqui (1908-1992), nos recita: Detrás del ruido del oro / van los maulas como hacienda / no hay flojo que no se venda / por una sucia moneda / mas, siempre en mi tierra queda / gauchaje que la defienda. (El payador perseguido, Fabril Editora, Bs. As., 1972, pág. 25). Tal vez don Atahualpa inconsciente o disimuladamente se refiriera a Detrás del dulce van los maulas…..: no hay flojo que ni se venda / por un calarmelo de dulceleche”
También son de origen árabes muchas de las prendas del gaucho, el chiripá, por ejemplo, o la bombacha gaucha (la babucha árabe). Richard W. Slatta, profesor de historia en la Universidad de Raleigh, Carolina del Norte, Estados Unidos, autor de numerosos trabajos sobre historia aparecidos en Hispanic American Historical Review y en The Americas, afirma: “Los hispanistas acentúan las raíces andaluzas o árabes de la cultura ecuestre de la pampa. En 1886 Federico Tobal sostenía que en la vestimenta, las costumbres, el temperamento, la fraternidad tribal y la fisiología, “todo en el gaucho es oriental y árabe”. Aun su música y poesía tenían una rúbrica árabe, trasladada a Andalucía y de allí a la pampa. Otros hispanistas ignoran las remotas influencias árabes y se concentran en la cultura pastoril andaluza. Ernesto Quesada (1858-1934), afirmó en 1902 que los gauchos argentinos eran “andaluces de los siglos dieciséis y diecisiete trasplantados a la pampa” (R.W. Slatta, Los gauchos y el ocaso de la frontera, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1985, pág. 23). Nótese que en cualquiera de estas frases pereciera que encaja perfectamente “junto al dulceleche”
Ya nos hemos referido antes al origen árabe-musulmán de Sarmiento cuyo apodo “Al Ben Racín” fue referido en “El Mosquito” a raíz del apellido Albarracín, de origen árabe o incluso africano..
Y algunos se preguntarán que tienen que mezclar a Sarmiento con el dulceleche. Es que Sarmiento, de puro bocón, se mezclaba solo. Sarmiento en algunos escritos se deschaba como descendiente árabe, pero reniega de ellos, y prefiere la raza de ojos azules a los morochos gauchos descendientes de españoles-árabes y los maestros norteamericanos, que no eran más que avanzadas colonizadoras para el futuro ALCA y espías industriales del dulceleche.
Sarmiento reconoce en sus escritos su origen árabe, y luego como el capanga, reniega de su origen. Cuenta el escritor Ricardo Rojas (1882-1957) que cuando el Facundo apareció en Chile en 1845, el historiador y político Vicente Fidel López (1815-1903) lo llamó “historia de beduinos” (R. Rojas, El Profeta de la Pampa. Vida de Sarmiento, cd. Losada, Buenos Aires, 1951, pág. 213) y agrega que Sarmiento recogió complacido esa definición. Una historia de beduinos (ár. badawí, “que vive en el desierto”) narrada por un Albarracín. A éste, su apellido materno, gustaba de apegarse y remontaba su rastro hacia los orígenes moros. “En Argel me ha sorprendido la semejanza de fisonomía del gaucho y del árabe, y mi chauss me lisonjeaba diciéndome que, al verme, todos me tomarían por un creyente (...) Y digo la verdad, que me halaga y sonríe esta genealogía que me hace presunto deudo de Mahoma “(Sarmiento, Recuerdos de Provincia, Editorial jackson, Bs. As., 1944, Cap. Los Albarracínes, pág. 40). Cuenta Ricardo Rojas que su hermana Procesa lo retrató con chilaba y turbante sobre un camello. (comiendo dulceleche?) Como a la sazón usaba crecida barba, realmente parece, asegura Rojas, un moro en el retrato.
Albarracín es el nombre del partido judicial y de su ciudad cabecera en la provincia de Teruel (Zaragoza). Ya en 988 (año 382 de la Hégira) se hallaba en poder del caudillo Ban Hudheil Ben Razin. Se ha discutido si el origen del nombre Albarracín es africano. Lo resuelve afirmativamente el islamólogo franco-argelino Evariste Lévi-Provençal (1894-1956) cuando dice en su obra Historia de la España Musulmana, hasta la caída del califato de Córdoba: Encontramos beréberes Banu Razin en la región de Albarracín (cuyo nombre no es más que una deformación del de dicha tribu).
"He tenido siempre la preocupación de que el aspecto de la Palestina es parecido al de La Rioja, hasta en el color rojizo u ocre de la tierra, la sequedad de algunas partes, y sus cisternas; hasta en sus naranjos, vides e higueras de exquisitas y abultados frutos, que se crían donde corre algún cenagoso y limitado Jordán; hay una extraña combinación de montañas y llanuras, de fertilidad y aridez, de montes adustos y erizados y colinas verdinegras tapizadas de vegetación tan colosal como los cedros del Líbano. Lo que más me atrae a la imaginación estas reminiscencias orientales es el aspecto verdaderamente patriarcal de los campesinos de La Rioja. (...) Pero aún no dejaría de sorprender por eso la vista de un pueblo que habla español y lleva y ha llevado siempre la barba completa, cayendo muchas veces hasta el pecho; un pueblo de aspecto triste, taciturno, grave y taimado, árabe. (Facundo, pág. 9.)
Sarmiento conoció el desierto africano en 1846, cuando en su visita a Argelia, y comentar: "Entre otras cosas los baqueanos árabes me llamaron poderosamente la atención por la singular identidad con los nuestros de La pampa. Como estos huelen la tierra para orientarse, gustan las raíces de las yerbas, reconocen los senderos, y están atentos a los menores accidentes del suelo, las rocas, o la vegetación" (Sarmiento, Viajes, Editorial de Belgrano, Bs. As., 1981, Africa, pág. 269) Y tal vez le falto agregar que, como a nuestros gauchos, también los gustaba el dulceleche.
¿Por qué estaba Sarmiento en Argelia? Ricardo Rojas aclara: “Porque deseaba ver el desierto y sus árabes, sospechandolos muy semejantes al paisaje argentino y a los gauchos” (R. Rojas, op. cit., pág. 288). ¿Para que diablos quería Sarmiento ir a hacer turismo a Argelia, si tenía los mismos paisajes acá?¿para compararlos?¿con que finalidad?¿no habrá sido el verdadero motivo de su viaje ir tras los rastros y orígenes del dulceleche y sus técnicas de preparación? Probablemente lo haya ocultado adrede Sarmiento o se le haya escapado a la mirada aguda y método histórico de don Ricardo Rojas. Porque son muchas coincidencias para ser casualidad.
Nótese como, antes de conocer a los musulmanes argelinos, afirma Sarmiento que los trajes, la hospitalidad y hasta el semblante árabe reaparecen entre los gauchos. Un año después, en 1846 visitaba Argelia, y basado en esta personal experiencia puso en 1850 la siguiente nota a su Facundo:
"No es fuera de propósito recordar aquí las semejanzas notables que presentan los argentinos con los árabes. En Argel, en Orán, en Mascara y en los aduares del desierto, vi siempre a los árabes reunidos en cafés,(o comiendo dulceleche tal vez?) por estarles prohibido el uso de licores, apiñados en derredor del canto, generalmente dos, que se acompañan de la vihuela a dúo, recitando canciones nacionales plañideras como nuestros tristes. La rienda de los árabes es tejida de cuero y con azotera como las nuestras; el freno de que usamos es el freno árabe y muchas de nuestras costumbres revelan el contacto de nuestros padres con los moros de Andalucía. (y hasta el dulceleche, pudo haber agregado, o tal vez omitió) De las fisonomías no se hable: algunos árabes he conocido que juraría haberlos visto en mi país2 (Facundo, pág.5.)
Aquí HT se lanza a una reproducción de las barbaridades expresadas por el Sarmiento que supimos conseguir y que llegó a presidente de esta Nación para mayor gloria y riqueza de unos cuantos (en realidad, de unos pocos). Y ya descargado de la bilis que había ido juntando durante algún largo tiempo, el forista se da cuenta de que remontó un barrilete que no era el pretendido y volvió a enrollar la piola para retrotraerse al asunto:
El entusiasmo tal vez me alejó un poco del tema central. ¿Quien inventó el dulceleche? Cuanto tuvo que ver en la independencia de América, como indica hendrix? ¿Cuanto tuvo que ver con el gaucho y las Guerras Mitristas? ¿Fueron guerras racistas o por las fuentes de materia prima del dulceleche? ¿La guerra Peruano-Boliviana y chilena, fue la gerra del guano, (bosta de pajaro) o la guerra del dulceleche, que estuvo presente en la conferencia de Guayaquil como indica hendrix? ¿Y en la guerra de la infamia, o tripe alianza, cual fe el verdadero motivo secreto?
LA POLÉMICA SIGUE ABIERTA
Y el viernes 15, a primeras horas de la tarde, retoma intentando estimular, al menos a su principal interlocutor:
Hendrix, todo esto está muy bueno, pero al final.....¿Quien inventó el dulceleche?
Y sobre todo.....¿Quién se lo come?
Espero tu valioso aporte
...termina escribiendo, diversificando el asunto de modo de abrir un segundo cauce para ver si llegan aguas suficientes que lo justifique. ¿Será que sí?

El "al menos", es decir, don Hendrix, acusa el impacto recién el lunes a mediodía:
Bueno, HT, lo que ocurre es que no siempre tengo tiempo. Pero, hablando en serio, dudo que el dulce de leche sea en verdad un invento argentino.
La lógica me indica que, antes del dulce de leche, viene la leche condensada, y esto permitiría inferir que el verdadero creador del dulce de leche habría sido Napoleón (1769-1821), que para transportar leche en sus campañas, (siglos 18 y 19), habría ordenado hervirla con azúcar.
También este proceso habría desembocado en una primitiva pasteurización, ya que aparentemente la leche se transportaba en botellas que eran sumergidas a “baño maría” una vez cerradas, ya que se habían dado cuenta de que así duraba mucho más.
Por otra parte, no puede descartarse lo que, medio en joda, te comentaba sobre un potencial origen árabe, que habría sido muy anterior.
Por falta de tiempo, te transcribo un (creo) excelente artículo de Susana Bedoya Garland, periodista (y cocinera) peruana, en el que hace reiteradas menciones del manjar blanco como originario de los países árabes, antecedente directo de nuestro dulce de leche. 

"baño maría"

Es decir, Hendrix guardó los libros de historia y sacó los de cocina, muy apropiados para esa hora de la tarde que recién nacía. Extensamente transcribió interesantes asuntos que tangencialmente podemos relacionar con el dulce de leche, reflejada esa vinculación en párrafos como:
El alfajor de Mil Hojas, que es un alfajor de varias capas de pasta de hojaldre rellenas de manjar blanco y espolvoreado con azúcar impalpable. El alfajor volador, relleno capas de mermeladas de piña y albaricoque y manjar blanco, también espolvoreadas de azúcar impalpable. Hay también Alfajores en Argentina, siendo los más populares los de Mar del Plata rellenos de Dulce de Leche y Dulce de Leche y Chocolate, también en Chile y Uruguay. 
Y Hendrix termina reconociendo:
De todas formas, HT, no cabe duda de que el verdadero origen de nuestro dulce de leche siempre quedará en el misterio, como tantas otras cosas. Lo cierto es que la ligazón de los pueblos a lo largo de la historia ha generado tan intrincadas (y bienvenidas) mezclas culinarias que a veces no es difícil imaginar que, con tan solo un poquito de esfuerzo y buena voluntad, podríamos trasladar esa miscigenación alimentaria a varios otros órdenes de las relaciones interculturales. En fin, soñar no cuesta nada.
saludos
hendrix
Respondió rápidamente HT con este comentario:
hendrix escribió:
......el verdadero creador del dulce de leche habría sido Napoleón (1769-1821), que para transportar leche en sus campañas, (siglos 18 y 19), habría ordenado hervirla con azúcar. hendrix
Jué pucha....otro que se me pasó a la flota anglo-francesa!!! Si te largás a bloquearnos el puerto, por las dudas, traete algunos cañones......, asi al final del barullo nos saludás con 21 cañonazos el pabellón nacional !!! :D
Muy bueno el artículo, hendrix.
Mirá vos, así que la pasteurizada metían la botellas de leche en “baño maría”? ...yo pensaba que metían la vaca en el microndas. Lo de la vaca rayada para le leche en polvo, me lo habían contado, pero lo de la pasteurizada no lo tenia registrado.
También !!! como para no tener “alfajores voladores” los peruanos, con tanto menjunge !!! Y encima le meten que dá miedo a los picantes y al ají “hay mamita querida del alma”, que te comés un bocadito y salís haciendo chilenitas por le patio. :D :D :D
En fin, no se si será argentino el dulceleche, habrá que seguir investigando, pero por lo visto es útil. !!!......mirá todo lo que hemos aprendido con un tarrito de dulce!!!!
Dominado puede ser...pero sometido jamás. 

Todo se calmó hasta el 18 de marzo del 2007 (parece que se tomaron largas vacaciones). Reapareció HT a la nochecita de ese domingo:
(...)
(...)
Por dilucidar el origen del dulceleche, casi armamos una guerra fraticida. Miren los mensajes "reservados" que se filtraron en la web.:
País de origen: URUGUAY: Montevideo y Canelones
Contacto solicitado
Comentarios:
Sr. PASQUALINO:
Me llama mucho la atención que Ud. haya dejado sin mencionar al Uruguay como país contemporáneo en la elaboración del dulce de leche, dado que por la misma época aquí también se elaboró este dulce. Es un típico producto rioplatense. Claro, Ud. debe ser un típico argentino conservador y muy militarista, de ahí sus opiniones, que las respeto, pero no concuerdo. Lo que si está de acuerdo a normas, son las especificaciones del MERCOSUR. Sería bueno que Ud. se informase más, para enriquecer su página. Al margen de conocer y ser especialista en tecnología láctea, considero que el dulce de leche no debiera llevar aditivos, más que aquellos para su formulación (sacarosa no más de 20% m/m) y saborizante típico; incluso acepto hasta 0.5% de almidón. También discrepo con Ud. sobre la finalidad del uso de bicarbonato de sodio - que sí debe usarse también-. Mire que, aparte, considero a los argentinos como el pueblo verdaderamente hermano nuestro, sin duda alguna. Claro, si les seguimos la corriente Uds. descubrieron hasta a Dios... Atentamente
Alfredo

Mensaje de respuesta de Pasqualino:
Estimado Alfredo, muchas gracias por tu mensaje.
No es la primera vez que uno de mis hermanos entre en la polémica para asignarle al dulce de leche un nacimiento anterior o contemporáneo al acaecido en tierra argentina, supuestamente, o, paternalmente, en tierra uruguaya.
Por ese motivo lo he hecho aflorar a la vida en una situación "entre la historia y la leyenda", más en ésta, porque nadie puede afirmar con fundamentos cómo y cuándo empezó a ser 'famoso'.
Si tienes una opinión o una historia distinta, me gustaría me la enviara para publicarla y de esta manera enriquecer el sitio.
Referente a mis orígenes, ahora sí, te has equivocado. Si fuera argentino, ¡con mucha honra! Pero soy siciliano, luego italiano..., residente en la ciudad de Mar del Plata hace 38 años. ¿Conservador? No haría lo que hago a mi edad... ¡Militarista? Respeto a los buenos militares como a los buenos clérigos y a los buenos cristianos o árabes o judíos. Con relación a Dios, bueno, creo que es argentino. Quién puede dar tanto a una porción de la Tierra, justo donde viven unos argentinos..., tierra rica e inagotable, aguas en abundancia, reservas de todo tipo.
Caro Alfredo, terminemos con polémicas sobre algo inconsistente. "Los hermanos sean unidos...".
Un afectuoso saludo desde la costa atlántica,
Pasqualino

La conciliación no se hizo esperar:

Estimado PASQUALINO: muchas gracias por la respuesta. Ayuda a conocernos y con buenas intenciones, tanto en el consenso como en la discrepancia.(…).
Hay veces que somos medio punzantes...para contribuir a entusiasmar al posible interlocutor, es una forma de conducirnos, por supuesto que con aciertos y errores.
Cuando pueda sintetizar algún tema relacionado, con gusto lo enviaré, ya que vivo de la y para la Ciencia y Tecnología de Alimentos.
Un fraternal saludo y mis votos por vuestro éxito. Ya queda en mi lista de contactos y reitero vuestro gracejo y buen sentido de enfoque, con cabal comprensión: vamos por buen camino. Que Dios nos guarde, ya que estamos en esta parte bendita de la Tierra. 
Un abrazo 
Alfredo
Comentario:
de Victoria
Montevideo-Uruguay
"chivito" uruguayo

quien dijo k el dulce de leche es argentino????ahora me van a decir k las tortas fritas también no? y capaz que hasta tienen la cara de decir que los chivitos también son es un invento argentino; vamos a ver el dulce de leche se come hace muchísimos años hasta en México, y les recuerdo que amigas mías de Buenos Aires, hace 10 años, no sabían lo que era un alfajor y se morían por los de Punta Ballena.

La respuesta de Pasqualino:

Estimada Victoria, muchas gracias por contactarme y me alegro que aprecies tanto las delicias que se comen en tu país. Y para no aplacar tu entusiasmo, bueno, he decidido que, en pos de unas largas y pacíficas relaciones con mis hermanos y vecinos, los uruguayos, yo, al menos, estoy dispuesto a ceder el 'arrogante' paternalismo del argentino sobre el dulce de leche y también, si lo quieres, sobre la tortas fritas y el chivito. Estoy convencido que la cesión de los 'derechos' no merman el crecimiento del dulce de leche, el niño en cuestión, desde Argentina o Uruguay para todo el mundo y su paulatina universalidad.
Cordialmente desde la otra orilla,
Pasqualino
Menos mal que vino el gallego a mediar...si no se arma una gresca de la gran siete.
Las tortas fritas no estoy seguro,... pero los tortazos los inventamos nosotros.
Dominado puede ser...pero sometido jamás.

Lucio E. Cornejo opina desde Salta mucho tiempo después. Es ya 25 de marzo del 2008 y escribe:
EL ENIGMA DEL ORIGEN DEL DULCE DE LECHE
Es por todos conocida la enorme difusión que alcanzó el dulce de leche en Sudamérica, predominando en Argentina, donde, sin duda alguna, es el dulce preferido por la gran mayoría de sus habitantes. Tan es así que podemos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que es el de elección para ambos sexos y a cualquier edad, lo que motiva que se emplee en un inimaginable número de postres, helados, golosinas etc., con gran éxito.
Tal es su popularidad que los argentinos lo consideramos como parte importante de nuestra cultura culinaria, en el mismo nivel que al asado y las empanadas, llegando al extremo de no dudar en pensar que es de nuestra exclusiva pertenencia.
Grande es nuestra sorpresa, al descubrir que nuestros vecinos y hermanos uruguayos y chilenos, poseen iguales sentimientos ante el tan codiciado dulce, aduciendo iguales derechos de paternidad que los nuestros, sobre este verdadero néctar de los dioses.
Con la finalidad de intentar resolver este enigma histórico, consistente en dilucidar: Quién, cuándo y dónde, inventó el dulce de leche, traeremos de remotos tiempos al presente, a quienes tienen algo que decir sobre este tópico, y así de ser posible aclararlo.
I ¿QUIÉN?
Lucio Victorio Mansilla (1831-1913), hijo del General Lucio Mansilla, el terrible guerrero de la Independencia, la guerra con Brasil y el combate de Obligado donde enfrentó la escuadra anglo-francesa, y de Doña Agustina Rosas, hermana menor del “Restaurador de las leyes”, Don Juan Manuel de Rosas, fue un hombre multifacético: escritor, viajero, políglota (5 idiomas), general de la Nación, diputado, luchó en la guerra contra el Paraguay y fue comandante de la frontera de Río IV contra los indios. Siempre pensó que “el mundo no se aprende en los libros, se aprende observando, estudiando los hombres y las costumbres sociales”.
En su obra “Las causeries de los jueves” (Entre-nos I, Los siete platos de arroz con leche) que comienza a publicarse en 1888, nos dice Lucio Mansilla: “La mesa de mi padre no era servida por ningún artista culinario; pero se comían en ella cosas criollas muy buenas, aunque protesten los sibaritas refinados, aficionados a la hante cuisine, cuyo representante clásico es Brillant Savarin, el cual como ustedes saben, sostiene entre sus diversos aforismos que la invención de un plato nuevo contribuye más a la felicidad del género humano que el descubrimiento de una estrella” (...) “O no son cosas buenas la carne gorda, bien asada, la carbonada, el locro, los porotos (¿y qué me dicen ustedes de las lentejas, que es la substancia vegetal más alimentaria?) los garbanzos, el dulce de leche inventado en América por los jesuitas….”.
Esta aseveración efectuada por Mansilla tiene gran validez, ya que proviene de un fino observador del hombre y sus costumbres que recorrió a caballo gran parte del país, conociendo usos, hábitos y personajes de todo nivel social y cultural (indios, gauchos, esclavos, soldados, sirvientes, intelectuales, historiadores, políticos, religiosos etc), además de haber conocido lo mismo en Europa y Asia, quedando todo esto patentizado en sus escritos.
La Orden de los jesuitas, fundada en 1540 por Ignacio de Loyola, llega a América en 1549. En 1607 quedó constituida la provincia del Paraguay de la Compañía de Jesús, que comprendía lo que es actualmente Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, sur de Bolivia y sur de Brasil.
Nos dice el Padre jesuita Guillermo Furlong: “(...) Surge una pléyade de jesuitas que se consagran a las ciencias y a las artes (...) y escriben sobre la historia, la física, la flora y la fauna rioplatense libros que no han envejecido, antes, de día a día, cobran mayor importancia, y por medio de sus indígenas, y gracias a los hermanos legos venidos de Alemania, suiza, Italia, Bélgica y Hungría, instalaron talleres de relojería, fábricas de tejidos finos, dos imprentas, y trabajaron en la arquitectura, estatuaria y pintura, y hasta en la propagación de la música”.
Se pone así de manifiesto que, entre los miembros de la compañía, se encontraba gente altamente capacitada y conocedora de los últimos adelantos y tecnologías de la época, en los países más evolucionados de Europa, sumado a ello una energía infatigable en aplicar lo conocido y realizar nuevos descubrimientos en sus casas, colegios, escuelas, haciendas, fincas, estancias, quintas distribuidas por todo el país, lo que sin duda corrobora lo afirmado por Mansilla, que fueron los jesuitas los inventores del dulce de leche, ya que constituían el grupo más calificado para investigar y realizar descubrimientos e invenciones.
II ¿CUÁNDO?
La época de este suceso debe ser ubicada entre 1607, en que se constituye la mencionada provincia del Paraguay y el año de 1767 en que son expulsados de América.

Expulsión de los jesuitas

III ¿DÓNDE?
Resueltos los dos primeros enigmas -¿quiénes? y ¿cuándo?- nos abocaremos al último y más polémico: ¿dónde?. Para ello, en primer lugar, es imperativo conocer cuáles son los elementos para fabricar el ya mencionado dulce.
La famosa experta culinaria “Doña Lola”, en su incuestionada obra “El arte de la mesa”, nos dice que para fabricarlo se necesita:
4 lts. de leche
1 kg de azúcar
15 grs de manteca
1 pizca de azúcar
De lo cual se desprende que en el lugar donde se efectuó el invento, debía haber disponible, en forma abundante, leche y azúcar, y que además existiera una experiencia en la fabricación de dulces y postres.
Nuevamente nos cuenta el Padre Furlong: “Aunque la dulcería chilena llevaba en la América la palma en hacer dulces, no parece que el Tucumán fuera a la saga de Chile (...)”.
Tenemos así que los dulces más cotizados se encontraban por igual en Chile y el Tucumán, que abarcaba Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Tucumán y Córdoba, o sea que reunían, en paridad de condiciones, la experiencia en fabricar buenos dulces.
El azúcar, requisito indispensable para su fabricación, debía estar disponible en grandes cantidades, lo cual no era nada fácil en la época de la colonia.
La caña de azúcar introducida, proveniente de las Islas Canarias, por Cristóbal Colón, permitió que ya en 1515 se comenzara a llevar azúcar de América a España. El cultivo de la caña de azúcar se desplazó de la española a Cuba y Puerto Rico, y desde allí a Mexico y el Perú.
Desde el Perú el azúcar se transportaba en lomo de mula al tucumán, y por vía marítima a Chile, en ambos casos a través de enormes distancias y en medios de transporte de escasa capacidad, lo que la transformaba en un producto de lujo sumamente costoso. Agravaba la situación el bloqueo de los puertos atlánticos de Montevideo y Buenos Aires, establecido por la corona, que permitía un estricto monopolio de España sobre sus colonias, determinando que al Virreinato del Río de la Plata sólo podían entrar productos que ingresaban por el Perú.
En los primeros tiempos se empleó como sustituto del azúcar, debido a su escasez, la miel silvestre. Nos dice Furlong: “ (…) Poco abundante en la zona del Río de la Plata, era abundantísima en el Tucumán, de Córdoba hasta Salta (…)”.
Posteriormente se plantó caña de azúcar en el Norte del Tucumán y Paraguay, fabricándose en forma rudimentaria azúcar, hasta que en 1760 se funda en Salta el primer ingenio azucarero de nuestro país, por parte de miembros de la familia Cornejo, provenientes de Arequipa, lo que obviamente determina una mayor disponibilidad de azúcar. Situación que por razones climáticas no se da ni en Chile ni en Uruguay.
Finalmente el requisito “sine qua non”: la leche, sin la cual no podría existir este dulce, debe ser analizado en profundidad.
Es bien conocida la sorprendente capacidad de reproducción que adquirió el ganado vacuno en todo el territorio del Virreinato del Río de la Plata, razón por la cual en corto tiempo, existían vacas en enorme número y en todos los lugares del Virreinato.
En las zonas de llanura , desde la Asunción a Buenos Aires y desde Santiago del Estero a la Pampa, cientos de miles de vacas se desplazaban en estado salvaje y en absoluta libertad, lo que determinó, por esta peculiaridad geográfica, sumado a la dificultad de encerrar en corrales, se desarrollara, en enormes estancias el negocio de los cueros y la carne salada.
En el Norte del Tucumán, también por razones geográficas, al ser zona montañosa, las fincas se establecieron principalmente en las quebradas existentes entre cerros, donde cerrando con pircas de piedra las desembocaduras de las quebradas, se podía tener el ganado encerrado, como bien nos relata Concolón Corvo en su “El Lazarillo de ciegos caminantes” al hablar de los famosos “potreros” que poseían muy buen pasto y evitaban la dispersión del ganado. Esta situación permitió que además de la carne, se desarrolle la industria de los quesos, que aún hoy son famosos, como los de Tafi en Tucumán y los de Amblayo en Salta, debido a que los “potreros” permitían una fácil domesticación de las vacas, y por ende obtención de leche en escala mayor, existiendo gran experiencia y fama en la fabricación de dulces, contando los jesuitas con numerosas fincas y estancias, ¿no sería lo más lógico pensar que el dulce de leche proviene del Norte del Tucumán?
Cuenta la leyenda, que al ser expulsados los jesuitas de Salta en 1767, numerosos papeles y documentos, al parecer de nula importancia, quedaron extraviados en el convento de San Diego –actual San Francisco- y que al erigirse la imponente y bella torre del campanario quedaron, por razones que se ignoran, en el solar de una familia salteña, donde continuaron gozando del apacible sueño del olvido. Finalmente, en años recientes, en forma casual e inesperada, fueron leídos en una fría noche de luna que prácticamente hacía innecesaria la luz de las candelas, en una finca ubicada al Oeste del Valle de Lerma, donde el Río Toro brama en los lluviosos días del verano, y que actualmente es el lugar donde se produce un exclusivo y sorprendente dulce de leche con sabor a santidad y aroma a paraíso.
Bibliografía:
- Mansilla, Lucio V.: “Los siete platos de arroz con leche”. (Entre Nos I). Ed. Huemul, Bs. As. 1968.
- Furlong, Guillermo, SJ: “Historia social y cultural del Río de la Plata 1536-1810”. “El transplante social” . Tipografía Editora Argentina, Bs. As 1969.
- Concolon Corvo: “El Lazarillo de los ciegos caminantes”. Ed. Emece, Bs. As 1997.
- Dola Lola: “El arte de la mesa”.
Aquí cerramos el debate, al menos en nuestro Mundo de Olga y Daniel. Nos volvemos con la cucharita a casa porque todos hablaron mucho pero no pusieron un tarrito con dulce de leche sobre la mesa ni por casualidad. Y en la heladera tengo uno medio lleno - o medio vacío, como gustéis.
De todos modos, aprendimos unas cuantas cosas que tenían poco o nada que ver con el tema pero que estaban muy interesantes.

Por supuesto, esperamos comentarios. 
¡Ah! La fuente de este trabajo son nuestros amigos de siempre:  www.lagazeta.com.ar
Una maravilla, vea...

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