Señores Reyes Magos:
Antes que nada, quiero agradecerles - ya que nunca lo hice en mis cartas anteriores - por haberse llegado hasta donde se encontraba Jesús para rendirle homenaje y sus obsequios tan importantes de oro, incienso y mirra. Mis padres me explicaron hace muchos años qué significaba cada uno de ellos y eso los hace más valiosos.
Estuve leyendo historias acerca de ustedes y así pude enterarme de que fueron los primeros no judíos que se acercaron a ese Niño que representaba el comienzo de una nueva historia ya que era la primera y única vez en la que Dios se encarnaba como hombre para traer la buena noticia de la salvación.
No sé si realmente se llaman como escribió alguien en los evangelios de la infancia de Tomás - es decir, Melchor, Gaspar y Baltasar -, ni si venían o no de la antigua Persia que ahora conocemos como Irán, pero no creo que eso sea importante. De todos modos sé que pasarán por mi casa y tratarán como cada año de cumplir con mis pedidos.
En los primeros tiempos ponía mis zapatitos y dejaba junto a ellos algo para los camellos, al menos pastito y agua. Luego dejé de hacerlo porque los familiares y amigos me miraban raro o me hacían bromas de mal gusto diciéndome que ya tenía dieciocho, veinticinco o cuarenta años y que solamente los niños podían creerse la historia de ustedes. Pero, de todos modos, me las arreglaba para escribirles una cartita que escondía en alguno de mis libros sabiendo que mi confianza en los Reyes Magos haría que se enteraran y de ese modo continuaran cumpliendo mis deseos en la medida de sus posibilidades.
Ya tengo más de sesenta años y sigo siendo como niño en muchas cosas. Por ejemplo, el Ratón Pérez me eligió como uno de sus secretarios y es tanta la felicidad que me produce comunicarme con los chicos de todo el mundo que vale la pena dedicarles un trocito de mi vida para poner una sonrisa en su boquita que se muestra sin alguno que otro diente de leche recién caído.
Y eso me pasa con ustedes. Después de un largo viaje siguiendo una estrella pudieron llegar a la simple cuna del Niño Dios. Es por eso que siempre intenté imitarlos. En mi propio largo viaje, camino desde que recuerdo tras una estrella. A veces ha sido muy difícil seguir haciéndolo pero no abandoné las ilusiones ni los proyectos sino que me llegó siempre la fuerza necesaria para continuar y ya tengo en mi mochila muchos logros que hacen menos significativos los fracasos que también de tanto en tanto debí superar.
¿Qué quiero en este año 2011? Quizá, si Dios así lo decide, transitar una etapa más de mi vida disfrutando del amor que me acompaña, de los hijos y nietos que me emocionan cada día, de los amigos que están allí para alentarme. Sin perder la inocencia que me lleva a escribirles una vez más y a compartir este deseo con las personas que amo para que ellos también crean y así reciban lo que yo querría regalarles si fuese un cuarto Rey Mago como alguna vez dicen que lo hubo.
Entonces, Señores Reyes Magos, aunque no me haya comportado tan bien algunas veces aunque siempre lo he intentado, pondré mis zapatos más nuevos al pie del pequeño arbolito que engalana mi hogar, y hasta un recipiente con agua y otro con algo de pasto para que también los camellos reciban lo suyo.
Espero que al amanecer el seis de enero en cada lugar del mundo, tantos que lo merecen tengan algo de lo que necesitan para que su vida sea un poquito mejor.
Si sé que son más felices, yo también lo seré, y así una vez más ustedes habrán transitado muy cerca mío para confirmarme que, pese a lo que muchos incrédulos me repiten desde hace años, vale la pena esperarlos con emoción porque eso tiene su premio.
Gracias,
Daniel
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Daniel Aníbal Galatro
dgalatrog@hotmail.com
Dijo Albert Camus: "El mundo en el que vivo me lastima, pero me siento solidario con los hombres que viven en él. Mi papel no es el de transformar el mundo ni al hombre. No tengo la virtud ni el talento para ello, pero estoy feliz de servir, desde mi sitio a los valores que hacen que merezca la pena vivir."
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