El retrato, desde luego, no es aséptico: María Esther Vázquez fue, según confesión propia, uno de los muchos amores de Borges, aunque al parecer no del todo correspondido por ella. Como otras mujeres que la antecedieron y siguieron, Vázquez atendió al escritor en las largas décadas de ceguera que precedieron a su muerte.
En su biografia hecha a Borges Maria Esther, expresa un indisimulado recelo hacia María Kodama, la segunda esposa y albacea literaria de Borges. El papel de esta última en alejar a Borges de sus amigos y de su familia en el último lustro de su vida parece indiscutible; cosa distinta es si aporta algo la relación de pequeños deslices y mezquindades que Vázquez le achaca, y que parecen nimiedades innecesarias ante el cargo mayor que construye contra Kodama: haber dominado al Borges anciano, amargado sus días, precipitado su muerte y alterado su testamento, nada menos.
Ajustes de cuentas aparte (aunque debe notarse que sólo este afán explica el título del libro), Esplendor y derrota no es una gran biografía. Sabemos lo que sucede, pero no por qué. El estricto orden cronológico no es literario (y la biografía es, a no dudarlo, literatura). Alternativamente se ofrece demasiado poco (de los años formativos de Borges: sabemos a quién conoció, pero no quiénes eran, qué significaban, todos aquellos poetas argentinos que se enumeran fatigosamente) o en exceso (la descripción pormenorizada de sus viajes). La narración se pierde con frecuencia en disgresiones, y en ocasiones repite datos que ya ha ofrecido unas páginas antes. No obstante, pueden salvarse de la biografía las jugosísimas anécdotas borgianas y los breves comentarios a algunas de sus obras, que desentrañan aspectos oscuros referidos a la influencia del entorno y las vivencias del autor sobre ellas.
Como aproximación a Borges, en definitiva, Esplendor y derrota es sólo tolerable. Quien realmente desee conocer al escritor, que no lo dude y acuda directamente a su obra.
Fuente:http://lakbzuhela.blogspot.com
Dijo Albert Camus: "El mundo en el que vivo me lastima, pero me siento solidario con los hombres que viven en él. Mi papel no es el de transformar el mundo ni al hombre. No tengo la virtud ni el talento para ello, pero estoy feliz de servir, desde mi sitio a los valores que hacen que merezca la pena vivir."
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