La Madre Superiora irlandesa de 98 años estaba en su lecho de muerte.
Las monjitas la rodeaban, intentando hacer cómodo su último viaje.
Trataron de darle leche calentita, pero no la quiso.
Una monjita se llevó a la cocina el vaso de leche, y recordó que tenían una botella de whisky irlandés que les habían regalado para Navidad, la buscó y le puso un buen chorro a la leche.
Volvió al lecho de la Superiora y le acercó el vaso a la boca.
La Superiora bebió un sorbito, luego otro y -antes de que se dieran cuenta- se lo había acabado hasta la última gota.
Las monjitas le dijeron:
-"Madre, dénos una última palabra de sabiduría antes de morir".
Sin apenas fuerzas, se incorporó un poco y les dijo:
-"No vendan esa vaca".
(Enviado por el sabio filósofo George Winch desde la California somnolienta).
Dijo Albert Camus: "El mundo en el que vivo me lastima, pero me siento solidario con los hombres que viven en él. Mi papel no es el de transformar el mundo ni al hombre. No tengo la virtud ni el talento para ello, pero estoy feliz de servir, desde mi sitio a los valores que hacen que merezca la pena vivir."
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