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CHARLA CON CRISTO EN LA CRUZ…


CHARLA CON CRISTO EN LA CRUZ

Hace tiempo contemplando a Cristo crucificado le grité mi impotencia que avivaba mi impaciencia:

Señor, ¿cómo puedes quedarte inmóvil con tus brazos clavados en cruz?, ¿no te dice nada el niño que no nace o el que se muere por el hambre controlada o por el sueldo que no alcanza?.

¿No te dice nada el poderoso que atropella, el usurero que acogota, el gobernante que acapara, el político que defrauda, la mujer que se prostituye o el marido que traiciona?. ¿No te resulta injusto que el que más tiene más quiere y el que puede no hace nada; que el que habla, hoy enmudece y el que mira nada ve. El que se vende al poderoso y el que busca quedar bien; el que arma componendas y se calla por regalos, los que enfermos de importancia traicionan a sus hermanos, o el sacerdote que no habla y se hizo “perro mudo”; u observar que tanto los Jueces como los fiscales no han dejado derecho por violar o garantía por pisotear, en la seguridad de que serán apoyados y hasta ascendidos por el poder Ejecutivo por los distintos gestos de audacia que demuestren  en la actual revancha desatada desde la política/justicia contra los militares.?.

Todos esto y mucho más, ¿no te dice nada?.

Callado seguí contemplándolo esperando su respuesta, pero Cristo no me habló y sus brazos no se movieron. ¿Por qué no bajas tus manos y a mi país encaminas?.

La inmovilidad de tus brazos y el silencio de tus labios a mi alma mortifican…, mis brazos están inmóviles mientras nuestra libertad es avasallada…, fue entonces que sentí como una brisa, que más que brisa fue un reproche:

“HIJO MÍO, DESDE EL MISMO INSTANTE QUE CLAVARON MIS BRAZOS A LA CRUZ, LOS TUYOS QUEDARON LIBRES…, NO TE CRUCES DE BRAZOS, ¡ARREGLA LOS PROBLEMAS TU MISMO!”.

Para ello deberemos tener presente a quiénes se someten a los abusos públicos a fin de ahorrarse molestias o gastos de poca monta; a quienes pagan con tal que lo dejen en paz; o a aquellos que orgullosos de su probidad y/o de sus triunfos en los negocios, no se involucran “despreciando la política”, porque todos y cada uno, están contribuyendo con su óbolo a la degradación de su pueblo y a la demolición de una estructura tan ardua y penosamente erigida por nuestros mayores...

CONCIUDADANO, es necesario que trabajemos para que las fuerzas individuales, lejos de aislarse y reconcentrarse en su egoísmo, concurran simultanea y colectivamente a un fin único: el progreso y engrandecimiento de los pueblos, para ello debemos convocar a todos los hombres y mujeres comprometidos leal y solidariamente con la gente, para que digan y vivan como sienten ese sentimiento vital que nace en el corazón, se expande por la mente y toma vida en las manos y brazos cargados de un sincero amor al prójimo.

Ante tanto martirio actual y necesidades insatisfechas, no puedo menos que retrotraer mi reflexión a los años 45, cuando "los humildes" fueron los protagonistas principales de aquella formidable revolución social…, pero el tema de hoy no es nuestro pasado, sino nuestro futuro, porque lamentablemente, lo hecho, hecho esta.

Tenemos una continuidad geográfica lo suficientemente generosa como para alimentarnos y alimentar a una parte importante del mundo. Disponemos de medios técnicos para ayudarnos, pero debemos querer y saber utilizarlos.

Nuestro futuro depende entonces de nuestra voluntad, conocimientos, e imaginación creadora.

Dicho en otros términos, para romper el círculo vicioso de la miseria y la ignorancia y dejar de transpirar diariamente para empobrecernos, es necesario definir una política de desarrollo y para satisfacer a esta, pensar en una política de instrucción.

Desarrollar es alimentar, pero es también trabajar por el advenimiento de un pueblo solidario que convierta a nuestra tierra desgarrada en la que vive tanta gente por debajo de los niveles más dolorosos, en un país en donde no exista ni el pobre, ni el infrapobre.

Juntos podemos cicatrizar las heridas sociales, juntos podemos construir una nueva historia. Juntos podremos labrar un nuevo destino…

Felices Pascuas de Resurrección.
En azul y blanco, HUGO CÉSAR RENÉS

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