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De padre e hijos; de viejos y jóvenes - Por Eduardo Juan Salleras



De padre e hijos; de viejos y jóvenes
ES TODA UNA CUESTIÓN
Por Eduardo Juan Salleras, 28 de abril de 2016.-

Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente

Hace un tiempo, un amigo me decía que estaba preocupado por su hijo, que no levantaba vuelo… debo aclarar que el hijo de mi amigo es un tipo adorable, simpático, amable, servicial; con una sonrisa permanente, y además trabaja. Comprendo a mi amigo porque siempre los padres pretendemos lo mejor para nuestros hijos. Además él es alguien que la peleó de abajo y hoy tiene lo que consiguió con esfuerzo y dedicación. Lejos de la riqueza pero, muy por encima tal vez de sus expectativas primarias. Y querrá lo mismo para su descendencia, es lógico…

Hace pocos días me encontré con una amiga que tiene tres hijos intelectualmente brillantes. Le comenté que me gustaría hablar con alguno de ellos. Se sorprendió por mi interés. Le dije que yo me consideraba estar en la media, que era el prototipo del hombre común, ya que estuve siempre alejado de ser un estudiante sobresaliente, entonces, necesitaba dialogar con un joven estudioso, ya que de acuerdo a mis esfuerzos educativos fui un mediocre y tal vez, con un cierto disimulo lo siga siendo, o no, o quizás superé mis propias expectativas.

Pero bueno, apenas llegué a Buenos Aires me entrevisté con su hijo menor. Lo invité a tomar un café y apenas le planteé la situación se mostró genial: - Yo no soy brillante, sí mis hermanos. Enseguida comenzó a comentarme sobre sus limitaciones. Notable.

Me enfoqué con la charla en el tema de mi amigo: ¿Qué debemos ser? ¿Exitosos, brillantes, lo que nos dé el pellejo…? Confundido al principio el joven, se centró en lo que él consideraba un fracaso para sí.

Gracias a Dios nuestra vida no tiene una sola meta. Debemos ser buenos estudiantes, buenos hijos, buenos profesionales, buenos padres, buenos trabajadores, buenos amigos… debemos ser lo mejor posible en todo lo que nos toque en gracia. Así equilibrar la balanza de nuestra vida.

Si nos dejamos atrapar solamente por el fracaso en uno de nuestros propósitos, quedarán huérfanos los otros objetivos.

¡Qué palabra ésta: fracaso! Parece que a todos molesta y sin embargo anda pululando por nuestra vida, metro a metro, minuto a minuto, y algunos para no acomplejarse hablan apenas de frustración.

El fracaso es cada uno de los escalones que nos conducen al éxito, dijo uno por allí, aunque mi hija menor, a la que hice entrar en la discusión en otro tiempo y lugar, ligada profesionalmente al arte, me dijo algo muy categórico: - no siempre el éxito viene atado a lo brillante. Y es cierto.

Mi otra hija, me contó que ella conoció gente verdaderamente deslumbrante y que no podía manejar su genialidad y así vio derrumbarse al sobresaliente, alguno de los cuales no supo salir jamás, tal vez por miedo de enfrentarse a un nuevo naufragio personal.

¿Nuestros hijos deben ser lo que pretendemos nosotros que sean o lo que ellos quieren?

Una cosa no quita la otra, aunque siempre es más importante que los jóvenes de hoy tengan claro cuáles son sus objetivos, o ¿cuáles deben ser ellos?

Desde la experiencia uno puede sugerir, guiar, mostrar las alternativas que tiene la vida para cada cosa y antes de caer en la prueba y error, evitar que ocurran la menor cantidad posible de fracasos, que como dije anteriormente, están ahí esperando para atraparnos, jóvenes o viejos, principiantes o experimentados.

Tal vez alguno diga que mi amigo no es ni brillante ni exitoso. Para mí sí lo es porque superó con holgura la media, excedió probablemente sus propias expectativas. Sin duda, él es un modelo a imitar por sus hijos.

Vamos en la vida por caminos diferentes pero creo que con similares objetivos, eso no nos hace distintos, siempre y cuando, tanto él como yo, logremos llegar a donde queremos.

Igualmente las nuevas generaciones, a las que se nos hace difícil muchas veces explicarles que de nuestros yerros y aciertos se puede aprender, ahorrar tiempo y desgaste. No los hacen desiguales los logros, sino los objetivos que pretenden alcanzar.

Según mi hija mayor, su generación tiene más presiones que la nuestra, aunque aceptó que nunca, ni mi mujer ni yo, la presionamos. Ella quizás sintió el compromiso con sí misma de triunfar, de alcanzar sus metas.

Conozco otro caso. Una joven, hija de otro amigo, excelente alumna en el pueblo. Terminado el secundario eligió una carrera de enorme exigencia, no solamente intelectual, sino de disciplina de estudio, y fracasó. Luego del luto por la frustración inició otro estudio, el que también abandonó. Esto generalmente deja sus secuelas, la que los padres debemos comprender y tolerar, porque es difícil el desengaño en los años novicios, teniendo en cuenta que tanto el enojo, como la presión, aceleran el desmoronamiento, no lo corrigen.

¿Están preparados los jóvenes de hoy para enfrentar forzadas claudicaciones?

¿Cuál es la vara que ellos deben auto imponerse?

¿Es preferible que se tiren a menos que fracasar o es mejor que le den a la frustración el valor que se merece e intentar siempre un poco más?

Los padres muchas veces nos mordemos la lengua para no intervenir, mirando de lejos cómo nuestros hijos cometen los mismos errores que nosotros o diferentes, y si hablamos, porque hablamos; y si callamos, porque callamos.

¿Cuál debe ser entonces nuestra medida?

EJS

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Consejos inteligentes para triunfar en la vida


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1 ª cátedra

Un cuervo está sentado en un árbol el día entero sin hacer nada. Un pequeño conejo ve el cuervo y pregunta:
- ¿Puedo sentarme como tú y no hacer nada todo el día?
El cuervo responde:
- Claro, ¿por qué no?
El conejo se sienta en el suelo debajo del árbol y se relaja. De repente una zorra aparece y se come al conejo.

Conclusión: para estar sentado sin hacer nada, debes estar en la cima.

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2 ª cátedra

En África todas las mañanas el venado despierta sabiendo que debe llegar a correr más rápido que el león si quiere seguir vivo.
Todas las mañanas el león despierta sabiendo que debe correr más que el venado si no quiere morir de hambre.

Conclusión: no hace diferencia si eres venado o león; cuando el sol salga tienes que empezar a correr para sobrevivir.

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3 ª cátedra

Dos funcionarios y el gerente de una empresa salen a almorzar y, en la calle, encuentran una antigua lámpara mágica.
Ellos frotan la lámpara y dentro de ella sale un genio.
El genio le dice:
- Yo sólo puedo conceder tres deseos, así que daré uno a cada uno de ustedes..
- ¡Yo primero, yo primero! -, grita uno de los funcionarios. - ¡Yo quiero estar en las Bahamas dirigiendo un barco, sin tener ninguna preocupación en la vida!... 
Puff y se fue...
El otro funcionario se apresura a hacer su solicitud:
- ¡Yo quiero estar en Hawai, con el amor de mi vida y tomar interminables piñas coladas! 
Puff, y se fue...
-Ahora usted - dice el genio al gerente.
- Yo quiero a esos dos tontos de vuelta a la oficina después del almuerzo para una reunión.
Conclusión: Deja siempre que tu jefe hable primero.

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4 ª cátedra

Un cura va conduciendo por una carretera cuando ve a una monja en pie en la banquina. Él para y ofrece un aventón, que la monja acepta. Ella entra en el coche, cruza las piernas mostrando su belleza... El sacerdote se descontrola y casi choca con el auto. Después de lograr controlar el coche y evitar un accidente, no se resiste y pone la mano en la pierna de la monja.
La monja lo mira y dice: 
- Padre, recuerde el salmo 129..
El Padre, muy apenado, dice:
- Disculpe, hermana, la carne es débil... y saca la mano de la pierna de la monja.
Llegando a su destino la monja agradece y, con una sonrisa enigmática baja del auto y entra en el convento. Así que llega a la iglesia el padre y corre hacia las Escrituras para leer el Salmo 129, que dice: "adelante, persista, más arriba encontrará la gloria del paraíso".

Conclusión: si no estás bien informado sobre tu trabajo, puedes perder excelentes oportunidades.

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5 ª cátedra
Un granjero resuelve juntar algunas frutas en su propiedad. Toma una cubeta vacía y sigue rumbo a los árboles frutales. En el camino, al pasar por una laguna, escucha voces femeninas y cree que probablemente algunas mujeres invadieron sus tierras. Al acercarse lentamente, encuentra bellas chicas desnudas bañándose en la laguna. Cuando se dan cuenta de su presencia, nadan hasta la parte más profunda de la laguna y gritan:
- ¡Nosotras no vamos a salir de aquí mientras usted no deje de espiarnos y se vaya!.
El granjero responde:
- Yo no vine aquí para espiarlas a ustedes. ¡Yo sólo vine a alimentar a los cocodrilos!

Conclusión: la creatividad es lo que hace la diferencia en la hora de alcanzar nuestros objetivos más rápidamente.

Por lo tanto,

antes de hablar, escucha...
antes de escribir, piensa...
antes de gastar, gana...
antes de juzgar, espera...
antes de renunciar, intenta...

"en el mundo siempre habrá personas que te van a amar por lo que eres, 
y otras, que te van a odiar por la misma razón."

(enviado por George Winch).

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UN DOMINGO TÍPICO DE OTOÑO - Por Eduardo Juan Salleras


De grises y tristezas
UN DOMINGO TÍPICO DE OTOÑO
Por Eduardo Juan Salleras, 10 de abril de 2016.-

Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente

El otoño arrancó húmedo, muy húmedo.

La estación es así, aunque esta vez parece una exageración, más que humedad es lluvia importante, incesante, alrededor de 200 milímetros en pocos días, y lloviznas frecuentes sin ver el sol.

Los cultivos de verano esperan remojados el tiempo de entregar sus frutos, producto del esfuerzo de todo el estío. De seguir así peligra la calidad del grano y tal vez los rindes.

Hoy es domingo, estoy solo en el campo y, como no podía ser de otra manera, gris y de a ratos garúa.

El silencio es casi absoluto, el canto de algún pájaro que no duerme la siesta rompe con la tarde callada, porque son las 3.

Tengo cosas que hacer pero, siento que algún efecto hizo la mojada de la mañana. Es mejor cuidarse.

No dejo de pensar en cómo arrancó el año, y si digo que ya en enero sentía que algo raro se venía, quizás peque de brujo, adivinador o mal agüero. No me sentía cómodo.

Al golpe climático de febrero, se me sumaron en marzo, la pérdida de dos personas muy queridas. Cuando todo pasa en el momento que no esperamos que pase, es un anuncio de “¡cuidado!”, porque las cosas pasan.

Miro por la ventana de mi escritorio, veo el galpón, el tractor, y una serie de elementos que hacen a la vida cotidiana, a la mía. Quiero salir y no puedo porque, aunque no llegue siquiera a ser lluvia, cae una gota por acá, otra por allá… casi que las puedo contar… me pregunto: ¿salgo o no salgo? La nariz fría, el estado general más o menos, no sé. Hay momentos que deseo tener un día así, que justifique la "fiaca”, el quedarse adentro, el sentarse a escribir o a leer… o tan solo a mirar por la ventana y pensar… también de a ratos recordar.

Es un día triste, propicio para el buen desarrollo de la tristeza.

Veo a través del vidrio como se mueven las pocas hojas de las ramas que quedaron luego del tornado, bailotean suavemente, movidas por el viento que viene del rio, o del Este si se quiere, ese que no nos deja descansar del temporal.

No estoy angustiado pero sí melancólico, es que perdí tanto en tan poco tiempo… y no quiero dejarme caer en el vacío, porque allí afuera, atrás del silencio, que justo en este momento es total, escucho solamente el ruido de las teclas que golpeo en la computadora, tengo una vida que me espera, que solamente un resfrío, o esas gotas aisladas que molestan tanto… que hace frio y calor, el fondo de aire fresco y debajo del abrigo, la transpiración, me alejan de lo debido.

Es un otoño con bombos y platillos. Gris y triste, con cantidad de cosas que producen nostalgias…

… me fui a hacer algo. Le di de comer a los terneros y a juntar un poco de leña. Que pase el tiempo en esta tarde oscura. Sin darme cuenta se hicieron las 6, y el sol, aburrido, comenzó a esconderse, ¡qué sentido tiene seguir despierto si esas nubes no se correrán! Comenzó temprano el crepúsculo.

Unas tostadas, un pedazo de queso y el mate, mientras continúo el escrito… ¿qué otra cosa?

¡Qué silencio en este momento! Sé que el mundo no paró porque las hojas afuera, ventana mediante, veo que suavemente siguen moviéndose, como acunándose, para irse ellas también a dormir.

Es un buen momento para escuchar música…aunque sería una lástima acallar la nada, la calma, la paz.

¿Cuántos darían su situación a cambio de la mía? Esta quietud que apacigua mis preocupaciones, mis angustias, mi rebeldía. Es como tomarme una tregua en medio de la revolución, la que a mis años pretendo omitir pero no puedo. Vivo de tormentas o si se quiere de inquietudes, para ser más suave.

¿Por qué sentir culpa del reposo, si afuera otra vez está goteando?

Sería mejor concentrarme en lo que escribo, total, otra cosa no hay para hacer ¿o sí? Leer, mirar la tele, escuchar música… tal vez sea buena para escapar a pensar, huir de recordar todo lo que en muy poco tiempo se fue, esos viajes sin retorno tanto de los seres queridos que ya no están como las consecuencias de ese tornado de febrero que arrancó de mi vida la historia, diciéndome: “no te aferres al pasado…” nada de lo que construimos hoy nos pertenece más tiempo que el ahora… y si no, pregúntenle a los que se fueron.

No quiero entristecerme por lo que ya no tengo, ya está, no lo tengo. Quiero disfrutar de este atardecer lleno de tristeza.

Sin sufrirla, disfrutando de su enamoramiento. Sin lástima, sabiendo de su existencia irremediable, gozar de sus encantos, de su hechizo.

Una tarde gris de otoño está llena de seducciones, tal vez no tanto estando solo, aunque uno puede traer con la mente, y al corazón, a la persona deseada, al ser querido.

Esa fascinación, en un ambiente como éste, que produce la ausencia de esos ángeles de nuestra vida, que llenan de gracia los días y que a pesar de la distancia, nuestra añoranza acerca su presencia, ya sea en el vivo sentimiento de la nostalgia o del recuerdo.

Tarde gris y triste la de este domingo de otoño. Ahora escucho una paloma que canta cuando ya casi son las 7, ¿qué estará haciendo?

También en el sereno oscurecer se puede escuchar al viento, tal vez solamente una brisa pero que suena entre las ramas y las hojas, las pocas que dejó el tornado.

Mi mente acompaña el anochecer. Se reviven en mi algunas cosas, cuestiones de los sentimientos, de aquellos dañados por los hechos, lo mucho que dejó la pérdida de los seres queridos.

Las hojas del libro de la vida hay que memorizarlas porque ya nunca más volveremos a leerlas.

Si no hubiera sido tan gris y húmedo, si no hubiera goteado a cada rato, hubiera hecho lo correspondiente a mi trabajo, y así haberme evitado relatar la vida en un domingo típico de otoño.

EJS

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Dientileche, el País de los Niños