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Limón y jengibre - por Maricruz Tasies

Lo de estar viviendo un duelo me ha hecho pensar en muchas cosas pero también sentir otras.
Por ejemplo, cuando anoche quise tomar un te recurrí, obviamente, a los que tengo en casa que resultan ser los de papá.
Un té de limón con jengibre decidí tomar. Uno de sus preferidos. Al tomar la bolsita entre mis manos me alcanzó su aroma el que inmediatamente me hizo extrañarlo.
No más coloqué la tacita con agua en el microondas y marqué el minuto y diez segundos que necesita para calentarse recordé que había pasado mucho tiempo sin calentar agua de esa forma lo cual hacía varias veces al día para papá.
El recuerdo evocado por ese simple gesto me removió hasta las entrañas. Sentí un profundo dolor que hizo que brotaran lágrimas.
Ese dolor no tiene un origen físico sino emocional pero repercute en el cuerpo. Es parecido al dolor por el pecado que brota del sufrimiento moral y que también tiene repercusiones físicas.
De tan profundo llega y tan intensamente que durante unos segundos da la sensación de que con la pérdida del bien que representa la vida del ser querido, hemos sido arrancados de la tierra de los vivos quedando solos y desamparados anhelando para siempre su presencia y su compañía.
Reflexionando sobre dicho dolor pensé que tiene sentido el que lo suframos ya que nos da una pista de cómo podría ser el infierno, es decir, la absoluta soledad vivida en la certeza de la ausencia del Bien que será para siempre inalcanzable.
La ausencia del bien que es la vida de la persona amada es a la vez ausencia del bien que es Dios mismo lo que deja al descubierto como una llaga nuestra insaciable sed de bondad, verdad y belleza. Nuestra infinita sed y necesidad de Dios.
Lo cual me hace pensar que tiene sentido el sufrimiento de la pérdida de un ser querido ya que nos descubre el mayor bien que es Dios y el que, en su Hijo, no hemos quedado desamparados.
El té de limón con jengibre estaba delicioso pero haberlo tomado bajo la luz de esta certeza me reconfortó lo indecible.

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PIS
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12 de Mayo - Florence Nightingale - Día de la Enfermera


Apuntes sobre su vida.

Florence Nightingale nació en Florencia (Toscana) el 12 de Mayo de 1820 y murió en Londres el 13 de Abosto de 1910.
Se la considera una de las pioneras de la enfermería moderna y creadora del primer modelo conceptual de enfermería. Se destacó desde muy joven en matemáticas, y aplicó sus conocimientos de estadística a la epidemiología y a la estadística sanitaria. Fue la primera mujer admitida en la Royal Statistical Society británica, y miembro honorario de la American Statistical Association.

Nightingale sentó las bases de la profesionalización de la enfermería con el establecimiento, en 1860, de su escuela de enfermería en el Hospital Saint Thomas de Londres, actualmente parte integrante del King's College de Londres y del NHS. Fue la primera escuela laica de enfermería en el mundo.

Su trabajo fue la fuente de inspiración de Henri Dunant, fundador de la Cruz Roja y autor de las propuestas humanitarias adoptadas por la Convención de Ginebra.

De fe anglicana, Nightingale creía que Dios la había inspirado para ser enfermera. Alcanzó fama mundial por sus trabajos pioneros de enfermería en la asistencia a los heridos durante la Guerra de Crimea. A partir de ese momento fue conocida como «La Dama de la Lámpara», por su costumbre de realizar rondas nocturnas con una lámpara para atender a sus pacientes.

En 1883, la Reina Victoria le otorgó la Real Cruz Roja, y en 1907 se convirtió en la primera mujer en recibir la Orden de Mérito del Reino Unido. En 1908, le fueron otorgadas las Llaves de la Ciudad de Londres.

El Juramento Nightingale efectuado por los enfermeros al graduarse, fue creado en su honor en 1893. Y el Día Internacional de la Enfermería se celebra en la fecha de su cumpleaños.

Florence Nightingale nació en el seno de una familia británica de clase alta en Villa Colombaia, Florencia, y recibió el nombre de su ciudad natal, en aquel entonces capital del Gran Ducado de Toscana.

Inspirada por lo que ella interpretó como una llamada de Dios, Florence anunció en febrero de 1837, mientras se encontraba en Embley Park, su decisión de dedicarse a la enfermería a partir de 1844. Esta decisión constituía un desafío para las convenciones sociales de la época, donde la mujer estaba destinada a cumplir con el rol de esposa y madre. Tras muchos sacrificios y la fuerte oposición de su familia, en especial de su madre y de su hermana, Nightingale logró formarse como enfermera. El escritor y poeta Richard Monckton Milnes (primer barón de Houghton) llegó a proponerle matrimonio, pero ella lo rechazó, convencida de que el matrimonio interferiría con su decisión de consagrarse a la enfermería.

En 1850, visitó la comunidad religiosa luterana de Kaiserswerth en Alemania y observó al Pastor Theodor Fliedner y a sus asistentes trabajando para los enfermos y marginados. Ella destacó esa experiencia como un hito decisivo, y publicó sus vivencias en forma anónima en 1851, en su primer trabajo editado: La Institución de Kaiserswerth del Rin para el Entrenamiento Práctico de Diaconisas (The Institution of Kaiserswerth on the Rhine, for the Practical Training of Deaconesses) En esa institución recibió cuatro meses de entrenamiento médico que constituyeron la base para su trayectoria posterior.

El 22 de agosto de 1853, asumió el cargo de superintendente en el Instituto para el Cuidado de Señoras Enfermas (Institute for the Care of Sick Gentlewomen) ubicado en Upper Harley Street, Londres, puesto que ocupó hasta octubre de 1854. Su padre la proveía de un ingreso anual de £500, en ese entonces una cifra importante, lo cual le permitió durante ese período llevar una vida confortable y proseguir su carrera.
Guerra de Crimea.

La contribución más famosa de Florence Nightingale tuvo lugar durante la Guerra de Crimea, la cual se convirtió en su objetivo central a partir de la llegada a Gran Bretaña de los reportes acerca de las horribles condiciones de los heridos. El 21 de octubre de 1854, ella y un equipo de 38 enfermeras voluntarias, al que entrenó personalmente y que incluía a su tía Mai Smith,11 fueron trasladadas (con autorización de Sidney Herbert) al Imperio Otomano, distante 295 millas náuticas (546 km) de Balaklava en Crimea, a través del Mar Negro, donde se había instalado la principal base de operaciones británica.

Arribaron en los primeros días de noviembre de 1854 a las Barracas de Selimiye en Scutari (actual distrito de Üsküdar, en Estambul), y se encontraron con que los soldados heridos recibían tratamientos totalmente inadecuados por parte del sobrecargado equipo médico, mientras que la oficialidad era indiferente a esta situación. Los suministros médicos escaseaban, la higiene era pésima y las infecciones comunes y en muchos casos fatales. No se contaba con equipamiento apropiado para procesar los alimentos para los pacientes.

Durante su primer verano en Scutari, 4.077 soldados perdieron la vida allí. Fallecieron diez veces más soldados de enfermedades como tifus, fiebre tifoidea, cólera y disentería que de heridas en el campo de batalla. Las condiciones en el hospital de las barracas eran tan nocivas para los pacientes debido al hacinamiento, a los deficientes desagües sanitarios y a la falta de ventilación. El gobierno británico destinó una Comisión Sanitaria a Scutari en marzo de 1855, casi seis meses después de la llegada de Florence Nightingale, que efectuó la limpieza de los vertederos contaminantes y mejoró la ventilación. A partir de esas medidas el índice de mortalidad bajó rápidamente.

A partir de 1857, Nightingale comenzó a padecer depresión e intermitentes postraciones en la cama. La mencionada biografía de Bostridge citó a la brucelosis y a la espondilitis como la causa de sus padecimientos. Sin embargo, no hay evidencia documental que respalde esta teoría. En la actualidad se celebra, en el aniversario de su nacimiento, el Día Internacional de Concienciación de las Enfermedades Neurológicas e Inmunológicas Crónicas, debido a que se considera que los síntomas de su enfermedad coinciden con un trastorno neurológico.

A pesar de sus dolencias, permaneció fenomenalmente productiva en el área de la reforma social. Durante sus años de postración en la cama, también realizó trabajos pioneros en el campo de la planificación hospitalaria, y su trabajo se propagó rápidamente a través de Gran Bretaña y del resto del mundo.

Algunas investigadores afirman que ella permaneció casta durante toda su vida, ya sea porque sentía un deber casi religioso hacia su carrera, o porque vivió en tiempos en que imperaba la moralidad sexual victoriana.

El 13 de agosto de 1910, a los 90 años, falleció mientras dormía en su habitación del 10 de South Street.

Fuente: Wikipedia
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