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Verdad o mito: 2 litros de agua por día


Beber dos litros de agua al día: ¿hábito saludable o mito?

La creencia de que es necesario beber dos litros de agua al día no tiene fundamento científico
Por TERESA ROMANILLOS
23 de septiembre de 2012
EROSKI Consumer
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Es necesario hidratarse, pero no hace falta que sea solo con agua. Este es el mensaje que lanza Spero Tsindos, autor de un artículo sobre la ingesta de líquidos publicado en fechas recientes en una revista australiana. El estudio señala que beber dos litros de agua al día es una mala interpretación de lo que sería una correcta hidratación, pues no se contempla el líquido presente en otras bebidas o alimentos. En este caso, suplementar el consumo diario de líquidos con ocho vasos de agua sería innecesario, pues dicha cantidad solo serviría para diluir más la orina.
El experto australiano, de La Trobe University (Melbourne), propone beber cuando se tenga sed y no solo agua, sino cualquier bebida, incluyendo bebidas con cafeína y bebidas con baja graduación alcohólica, como la cerveza.
Algo parecido argumenta la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (AESAN), que estima que el consumo total de líquidos diarios debería estar alrededor de los tres litros. De esta cantidad, un poco menos de la mitad debería provenir de los alimentos ingeridos, en especial de frutas y verduras. La otra mitad debería ser suplementada con agua u otras bebidas. Esto supondría algo menos de ocho vasos de líquidos diarios. Si se calcula que en el desayuno se toma una taza de café o café con leche, a media mañana un zumo de frutas, en cada comida dos vasos de agua y a la tarde otra taza de café, té o infusión, ya se alcanzan los dos litros diarios.

Hidratación sin evidencia científica

Entonces, ¿de dónde proviene la recomendación de beber dos litros de agua diarios? ¿Tiene una base científica o forma parte de las campañas publicitarias de empresas comercializadoras?
Los expertos empezaron a investigar la efectividad de tomar dos litros de agua al día hace más de diez años y, hasta la fecha, aún no se han encontrado evidencias que demuestren que dicha cantidad sea beneficiosa para la salud.
Uno de estos estudios es el que realizó Heinz Valtin, de la Universidad de Medicina de Darmouth, EE.UU., en 2002. Para la investigación, Valtin revisó la bibliografía sobre el tema y consultó con dietistas especializados en la sed y el consumo de agua. Valtin concluye que no hay pruebas que demuestren que beber dos litros sea beneficioso para la salud. Además, añade que el cuerpo humano es capaz de regular mediante la micción y la sed el equilibrio hídrico del organismo. También advierte de que un consumo excesivo de líquidos en algunos casos puede llegar a ser perjudicial.
Por su parte, en el 2008, dos investigadores de la Universidad estadounidense de Pensilvania, analizaron antiguos trabajos para determinar si, como anuncian algunas campañas publicitarias, beber dos litros diarios ayudaba a depurar toxinas corporales, si era beneficioso para el correcto funcionamiento de los órganos y si permitía adelgazar. La conclusión fue, otra vez, que faltan evidencias que sustenten estas hipótesis. No obstante, los autores aclararon que tampoco hay evidencias que demuestren lo contrario.

Beber agua: ni poca ni demasiada

Beber agua forma parte de un determinado estilo de vida que las campañas publicitarias se encargan de alentar con la excusa de la eliminación de toxinas y la pérdida de peso. El consumo de agua tiene algunas claras recomendaciones, pero también tiene sus contraindicaciones en algunos problemas de salud, como la insuficiencia cardíaca. En esta enfermedad, si no se moderan los líquidos que se ingieren, el corazón tiene dificultades para manejarlos y aparece dificultad para respirar (por la acumulación de líquidos en los pulmones) y hinchazón de las piernas. Por este motivo, hay que ser precavidos antes de forzar a las personas mayores a que beban una abundante cantidad de líquidos.
Por otra parte, tomar abundantes líquidos se ha mostrado beneficioso para prevenir infecciones urinarias y cálculos. Es de sentido común tener en cuenta que la cantidad de líquidos que hay que beber tiene que ver con las pérdidas. De esta manera, si se suda en exceso o hay pérdidas excesivas (como en el caso de una gastroenteritis) el aporte debe ser mayor.

Agua carbonatada para el corazón

Además de la cantidad que se bebe, también es importante el tipo de agua que se consume. Un estudio reciente muestra que el consumo de agua mineral bicarbonatada durante las comidas disminuye la absorción de triglicéridos y colesterol. Esta es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores españoles del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN) y del CSIC, quienes señalan que tomar medio litro de agua carbonatada con las comidas puede reducir hasta un 15% uno de los principales factores de riesgo cardiovascular.
Este tipo contiene anhídrido carbónico, sodio, cloruro, litio y otros electrolitos. Estos minerales producen un pequeño aumento del pH durante la digestión, que hace que la vesícula biliar vierta menos bilis en el intestino y, por tanto, se absorbe una menor cantidad de triglicéridos y colesterol.
Para el estudio usaron 18 voluntarios sanos y compararon los resultados con un grupo control que bebía agua mineral sin carbonatar. Los autores del trabajo publicado en el 'European Journal of Clinical Nutrition' recomiendan tomar dos vasos de agua bicarbonatada al día, repartidos durante las comidas principales. No obstante, aconsejan no sobrepasar esa cantidad, ya que un exceso de gases en el tubo digestivo puede resultar perjudicial.

Agua de débil mineralización

A pesar de que últimamente también se publicitan algunas aguas de débil mineralización como más saludables, esto es cierto con matices.
Este tipo de líquidos sí que están aconsejados en los niños pequeños y en las personas con problemas renales. Sin embargo, en los adultos sanos no se ha mostrado un efecto beneficioso diferencial.

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La hipnosis, la telepatía y el espiritismo.


La hipnosis, la telepatía y el espiritismo.
Una nota de Samuel Auerbach

              Frente a la noticia que los científicos han hecho posible que un hombre en Israel pueda mover un robot que se encuentra en Francia con sólo pensar en su movimiento, creo oportuno retomar el tema del espiritismo y materias afines ya esbozados en un artículo anterior, pero esta vez con mayor detalle. Dijimos entonces que el cerebro es un buen emisor de ondas magnéticas debido a la gran actividad eléctrica que desarrolla. El cerebro cuando da una orden para que se mueva un músculo, genera una corriente eléctrica que al llegar a ese músculo lo contrae. También agregamos que la física nos enseña que un conductor por donde pasan corrientes eléctricas de intensidad variable, genera ondas magnéticas que pueden ser captadas por receptores apropiados. Un sujeto en estado hipnótico lo es. Pero no siempre ese estado es necesario para captar pensamientos. Sucede en la vida diaria cuando una persona piensa en alguien y ese alguien al poco tiempo hace sonar el timbre de su puerta. Generalmente, esa y muchas otras coincidencias son atribuidas a la casualidad.
             El caso más concreto de transmisión de pensamientos o "telepatía", se produce en las sesiones que llevan a cabo los espiritistas. El cliente cuando, por ejemplo, piensa en su difunto padre y le pide al "medium" que lo traiga y hable con él, éste, que sabe como entrar en "trance" o autohipnosis, se convierte en fácil receptor de sus pensamientos. Es necesario enfatizar que no todos los individuos son hipnotizables, ni todos los hipnotizables saben hipnotizarse a si mismos como lo hacen los espiritistas. Eso se aprende con un entrenamiento especial, en el que la relajación muscular juega un importante papel.
              El "medium" no engaña a su interlocutor pues está plenamente convencido de encontrarse en presencia del espíritu requerido. Durante el transcurso de la sesión, el cliente, generalmente muy sumergido en un profundo estado de abstracción emocional por el ambiente metafísico y misterioso de la escena, le puede transmitir pasajes olvidados de su vida, hondamente guardados en su subconsciente. Con gran sorpresa y exaltación que a veces llega al llanto, el cliente escucha esos relatos que cree que vienen de su padre a través de otros labios.
              Pasajes vividos en el pasado aunque no se recuerden, nunca se borran por completo. Quedan guardados en ese lugar del individuo que se llama subconsciencia. En ciertas circunstancias pueden aflorar a la memoria, como ser en la vejez, en fuertes estados emocionales y en el estado hipnótico, que es el estado que aprovechaba el neurólogo vienés Sigmund Freud alrededor de 1896, quien con su psicoanálisis, eliminaba de sus pacientes escondidas espinas irritativas que perturbaban su conducta.
              El subconsciente en el ser humano es semejante al disco duro de la computadora. Por medio de su teclado, el que la está manejando puede hacer llegar lo allí grabado hacia la pantalla y ver y leer su contenido. La computadora obedece inmediatamente lo que se le ordena porque no tiene la facultad para negarse. Un individuo en estado hipnótico, tiene su voluntad no anulada pero sí muy reducida. Obedece las órdenes que le da el hipnólogo, quien usando su mismo idioma en vez de un teclado, puede hacer que lo grabado en su subconsciencia aflore a sus labios.
              Un idioma es el conjunto de ondas sonoras llamadas palabras que llegan al cerebro a través del oido, las que transformadas en ondas eléctricas de distintas características lo excitan produciendo una reacción acorde al estimulo recibido. Es por eso que el hipnólogo debe usar y conocer a la perfección el idioma que su paciente aprendió durante su infancia. El idioma es por lo tanto, un conjunto de actos reflejos aprendidos por el paciente durante su niñez, muy parecidos a los que Pavlov conseguía artificialmente con sus reflejos condicionados.
              Una sesión de hipnosis, es una sucesión de actos reflejos que se producen al impacto de estímulos correspondientes, que el paciente responde indefectiblemente porque no mantiene la voluntad de negarse en toda su magnitud. No obstante si la orden no responde a sus fuertes principios morales, el hipnotizado puede negarse a obedecer.
             En mi práctica profesional como odontólogo, a veces usaba la hipnosis para tratar a mis pacientes. Cierta vez, para comprobar la profundidad al que habíamos llegado, le pedí a un paciente que se quitara su zapato izquierdo. Llegó a tocar el calzado pero quedó inmóvil. Me confesó luego que no lo hizo porque estaba seguro que su calcetín tenía un agujero. En otra ocasión, por medio de este método y respondiendo a la pregunta correspondiente, nuestra ayudante me dijo estando aún hipnotizada, dónde había dejado olvidados sus anteojos que buscaba con ansiedad.
             Se me ocurre un experimento para comprobar si la teoría aquí expuesta sobre el espiritismo no está equivocada. Sería interesante si durante una sesión de espiritismo, alguien interponga entre el "medium" y su cliente, una placa metálica que podría ser de plomo, que impida el pasaje de ondas magnéticas. Gran sorpresa para todos si el difunto pariente desaparece repentinamente.

Samuel Auerbach.
Natanya, Israel.

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